Paraguay: un boom económico tan inadvertido como desigual

ASUNCIÓN.- La inversión está en aumento en Paraguay, igual que las exportaciones de soja, la producción ganadera, las torres y los shoppings en Asunción, tan numerosos y fastuosos que casi rivalizan con las mansiones de viejos dirigentes que ocupan manzanas y alternan en la misma zona.

Allí, en un racimo de barrios elegantes situados a medio camino entre el casco histórico y el aeropuerto de la capital, floreció un enorme distrito comercial y corporativo que da cuenta del empuje de la economía paraguaya, pero que también convive con las viejas escenas de pobreza y desigualdad, uno de los principales desafíos que tendrá el próximo presidente que surja de las elecciones de hoy (ver aparte).

La economía del país siguió sonando bien aún cuando sus enormes vecinos -Brasil y la Argentina- comenzaban a desafinar. Ese exclusivo distrito de hoteles internacionales y sinuosas torres que hacen arabescos en su camino al cielo, no está en discusión como el símbolo de una economía en marcha, con las cuentas en orden y las inversiones que fluyen. Se trata de un boom que pasó inadvertido en el resto de la región. Salvo para los inversores que tuvieron el instinto de apostar a un país que rompió con el encierro y la ausencia de horizontes al que parecía destinado. Paraguay, uno de los países más conservadores del continente, se abrió al mundo y en algunos aspectos se modernizó.

Pero nadie en este país, de derecha a izquierda, deja de reconocer los datos duros de pobreza y desigualdad. Números que manejan los expertos y que son visibles con solo darse una vuelta por la ribera de la capital, detrás del palacio de gobierno. Las casillas de madera terciada se extienden sobre la costa, a merced de las crecidas y los caprichos del río, hasta donde se pierde la vista.

Y en la cercana Plaza de Armas, frente al antiguo Congreso luego reconvertido en museo, se instaló desde hace meses un conglomerado de personas desarraigadas, cientos de campesinos expulsados de sus tierras y de familias de las villas corridas por la crecida del río. Montaron campamento por tiempo indefinido, en carpas precarias de lonas y plásticos superpuestos que consiguieron como pudieron.

La desconexión entre un país que crece sostenidamente desde hace más de una década, con niveles cercanos al 5%, y un índice del 26,4% de la población sumergido en la pobreza, que no cubre bajo ningún concepto sus necesidades básicas, habla de un eslabón perdido difícil de encontrar.

La cadena de éxitos se cortó...

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