La paradoja de buscar votos con más gasto y una billetera sin pesos ni dólares

La entrega de tarjetas AlimentAR podría ser, otra vez, la manera más rápida de llegar con dinero a los más necesitados

Hay un ejercicio necesario para hacer estas horas, cuando las voces se desarropen de frases de campaña y se enfríen los colores de las boletas. Se trata de esperar que sedimente la espuma electoral y detenerse en los números económicos maltrechos que exhibe la Argentina.

El problema más grave no es lo que representan hoy, sino que con ellos como basamento se construirá el andamiaje sobre el que transcurrirán los dos meses que aún quedan hasta las elecciones definitivas de noviembre.

Ya se pueden hacer varias lecturas de los resultados que de a poco se conocen. Y si bien cada bunker encontrará motivos para comunicar su satisfacción con el resultado y hasta festejará alguna victoria, lo cierto es que el oficialismo perdió votos respecto de la elección anterior.

Ahora bien, esta nota se inició con un ejercicio en el que se planteó dejar de lado la política para mirar la economía que está detrás y hasta ahora se habló, justamente, de las idas y vueltas de los votos. S ucede que el resultado determinará algunas conductas en el Gobierno, que impactarán en cifras sensibles. La primera es que cerrará filas a más no poder para no perder ni uno solo de los votos que consiguió. La segunda es que intentará por todos los medios lograr más adhesiones.

Aquí sí aparecen las cifras. Los resultados han dejado algún indicio de que los sectores medios urbanos que lo querían votar ya lo han hecho en este turno electoral . Pareciera que no hay demasiado tiempo para lograr adhesiones en noviembre que no estuvieron ahora. Entonces, ¿adónde ir a pescar? El lector podría autocompletar: a la población más vulnerable, la que se sintió cacheteada por la crisis de 2019 y que después padeció con los efectos económicos de la pandemia.

Llegado a este punto, empiezan a jugar dos variables. La primera, el tiempo; la segunda, la efectividad. Ya no hay tiempo para bajar la inflación a rangos tolerables ni para reeditar un mercado de trabajo dinámico y que cree empleo. Tampoco hay tiempo para intentar alguna variable con el tipo de cambio y menos aún para cambiarles la vida a millones de personas de la mano de la obra pública, los planes de vivienda o los cortes de cintas electorales.

Sin la primera variable, el Gobierno optará por la segunda: la efectividad. La pregunta que sigue es sencilla: ¿ hay algo más efectivo que aumentar el nivel de subsidios a...

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