Paolo di Paolo, el hombre que fotografió Italia y decidió desaparecer: 'La dolce vita nunca existió'

El fotógrafo Paolo Di Paolo

En un destino marcado por esa suerte de nombre duplicado, podría decirse que Paolo di Paolo (Larino, 97 años) renació dos veces. La primera, a los pocos meses de vida, cuando le fue diagnosticada una enfermedad mortal. El médico familiar aconsejó como único remedio bañar regularmente al bebé en una palangana de Negroamaro, un vino del sur de Italia cuyas propiedades debían espabilar al crío. Nadie sabe cómo, pero se curó y hoy está cerca de los cien años.

Delante de la cámara de Di Paolo: Anna Magnani en su villa de San Felice Circeo (Roma), 1955

La segunda llegó después de sentir que ya había vivido muchas cosas y, convertido en un mito de la fotografía, decidió desaparecer. Ese segundo advenimiento se produjo el día que su hija Silvia, sin conocer nada de su vida anterior, buscaba unos viejos esquíes en el desván de casa y por error encontró un tesoro oculto de centenares de miles de negativos que conformaban la formidable obra de su padre. Un genio de la fotografía que había decidido retirarse tras solo 16 años de trabajo, cuando mejor le iba, sin dejar ningún rastro.

Bruce Weber, director de un reciente documental sobre el fotógrafo, Paolo Di Paolo, actualmente de 97 años, y su hija Silvia Di Paolo, quien exhumó accidentalmente toda la obra de su padre

Paolo di Paolo ya no se baña en vino, bromea mientras se acomoda en su butaca. Pero con 97 años continúa bebiendo alrededor de un litro de tinto al día y vistiendo impecablemente. El legendario fotógrafo, venerado por ilustres como el diseñador Alessandro Michele o el fotógrafo Bruce Weber (que estrenó recientemente su documental El tesoro de su juventud: las fotografías de Paolo Di Paolo ) vive ahora en el popular barrio de San Lorenzo, en Roma, con su esposa. Su hija Silvia, la persona que exhumó accidentalmente toda su obra, un yacimiento de grandes retratos ya publicados y otros 254.000 negativos inéditos de entre 1954 y 1968 , le acompaña durante la entrevista.

Un hombre que abandonó abruptamente su carrera y encerró parte de su identidad dentro de un montón de viejas cajas. Aquel día de 1968 decidió no volver a hablar nunca más de ese mundo de estrellas, cineastas, fabulosos escritores y periodistas que lo adoraban y a los que, desde entonces, colocó en la vaporosa categoría de mundo perdido. Fue justo el día en que cerró Il Mondo , el singular semanario para el que había trabajado durante todo ese tiempo con una libertad y un respeto desbordante por el...

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