Panzeri

"Le agradezco mucho la incomodidad de haber estado vivo alguna vez, pero más le agradezco el entusiasmo que puso en estar incómodo." Roberto Di Giano tomó prestada una poesía que Joaquín Giannuzzi dedicó a Almafuerte y se la ofreció a Dante Panzeri. Diego Bonadeo controló como pudo la emoción al enterarse de que los que estaban frente a él eran, ya mayores, claro, los hijos de Panzeri. Y les recordó a Sandro y a Flavia Panzeri que a su padre lo habían echado de El Gráfico porque en 1962 se negó a reproducir unas palabras del ingeniero Alvaro Alsogaray en una crónica de un Boca-River, como le pedían los dueños de la revista. "¡Pero claro que el deporte es política!", decía el propio Panzeri, según recordó enseguida el periodista Gustavo Veiga. "Y está bien que lo sea... ¿Cómo no va a ser también política el deporte cuando a través del deporte se forja una conducta humana?... Negarlo -siguió el texto leído por Veiga, que Panzeri escribió en La Opinión en 1976- es una estulticia. Averiguarlo es una sandez. Si todo hombre es un político aun cuando no se interese por la política, forzosamente tiene que ser política todo lo que hace el hombre. Incluyendo el ocio. O el negocio del ocio que es el deporte. Hasta el apolítico es un político."Pablo Llonto recordó algunos de los modos tajantes de Panzeri, acaso el periodista más mítico del deporte argentino. "Ponía, por ejemplo, en un título «Boxeo. Homicidio legalizado. Monzón pelea esta noche...» o «Automovilismo, actividad industrial...»." "Y en Satiricón -siguió Alejandro Wall- escribía, por ejemplo, «Los dirigentes de fútbol, con perdón de la palabra...» y seguía." Wall, que mostró la partida que certificaba que Panzeri nació en 1923 en Rosario, y no en Las Varillas (Córdoba), como consignan todas las crónicas, eligió citar otro texto. "El periodismo -escribió Panzeri- más que cuarto poder es el primer poder. No hay quien lo juzgue. Y si alguien osa hacerlo puede incurrir en un delito mucho más severo que el desacato. Es la casta más intocable entre todas las castas que la prensa propugna eliminar." Y dentro de esa casta, decía Panzeri, brillaba con luz propia la del periodismo deportivo. Sonreía Ariel Scher, que hizo reír a todos al contar que su padre le impuso la lectura de Panzeri cuando él tenía siete años.Lo mejor sucedió cuando, después de los periodistas, comenzaron a hablar familiares y amigos de Panzeri, presentes en la sala. Siempre circuló la versión del almirante Carlos Lacoste, el hombre...

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