¿Un panóptico para los medios?

AutorGustavo Martínez Pandiani
CargoDecano de Comunicación Social de la Universidad del Salvador

Tras la audiencia con la presidenta Cristina F. de Kirchner, en la que tomaron parte el decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, Federico Schuster; el vicedecano, Damián Loretti; el secretario de Medios de Comunicación, Enrique Albistur; la titular del INADI, María José Lubertino; y el interventor del COMFER, Gabriel Mariotto, se anunció el relanzamiento del Observatorio sobre la Discriminación en los Medios de Comunicación. Un análisis al respecto.

Todo proyecto para crear o impulsar un Observatorio de Medios en la Argentina es, a priori, una buena idea. Aunque no se trata de una iniciativa original para América Latina (existen diversos Observatorios en Perú, Chile y Venezuela), el aporte de la investigación científica al terreno mediático siempre merece ser bienvenido y celebrado. Pero en rigor, la polémica desatada por el anuncio de la presidenta Cristina Kirchner y el decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) se origina en ciertas peculiaridades de la propuesta. Observar el paradigma mediático no constituye un problema en sí mismo, pero es clave preguntarse quién observa y para qué.

En Europa y los Estados Unidos, por ejemplo, funcionan exitosamente numerosos Observatorios de Medios que aportan su mirada crítica sobre la cobertura periodística comunitaria. En ninguno de estos casos, los Observatorios fueron creados o son manejados por los gobiernos. Se trata en verdad de centros de estudio e indagación que poseen un perfil académico que les otorga independencia y credibilidad.

Una de las objeciones más pertinentes al reciente relanzamiento del Observatorio sobre la Discriminación en los Medios radica justamente en los riesgos que implica para la libre expresión mezclar en un mismo foro “instancias de observación” (en

este caso, la UBA) con “instancias de sanción” (como pueden ser el Comfer y el propio Inadi). Resulta interesante analizar con detalle el informe realizado por dicha Facultad de Ciencias Sociales. En especial, porque este documento jugó el papel de disparador de la preocupación gubernamental.

Lo primero que llama la atención es la celeridad con que se analizó el episodio, se evaluaron integralmente las coberturas periodísticas y se arribó a conclusiones tan terminantes y definitivas. En apenas 48 horas, el estudio de caso estaba terminado y publicado, cuando es sabido que la investigación social requiere tiempo para el desarrollo de las distintas etapas y la maduración...

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