Palabras sin peso

Ninguna propuesta económica tiene sentido si en su primer capítulo ignora al peso. Es decir, a la moneda. Los discursos que omiten esta cuestión preliminar son palabras huecas, palabras sin peso.La Argentina no se pondrá de pie, ni habrá justicia social, ni empleo, ni salud, ni educación, ni inclusión, ni atención a la vejez, ni desarrollo industrial, si carece de moneda. De nada vale analizar soluciones "a la uruguaya" o "a la portuguesa" para atender los vencimientos de la deuda externa, pues ningún país sin moneda puede proyectar crecimiento para sustentar pagos creíbles. Ningún pacto social tendrá una salida incruenta, sin resolver esta cuestión primero.Sin moneda, no hay inversión. Sin moneda, no hay crédito. Sin moneda, hay inflación y tasas exorbitantes. Sin moneda, hay especulación y fuga de capitales. Sin moneda, hay pobreza. Sin moneda, hay paros y crispación; piquetes, bombos y encapuchados. Sin moneda no hay clases, no salen los aviones, no atienden los hospitales. Sin moneda, todo es anomia, disputa y frustración.La moneda es requisito del orden institucional, vértice del acuerdo de convivencia, símbolo de credibilidad recíproca y custodia de sudores cotidianos, transformados en ahorros. Carecer de ella es un fenómeno exótico, pues todas las naciones lo han comprendido, esforzándose por lograr monedas fuertes, de alto poder adquisitivo, sobre la base de economías competitivas. Salvo, claro está, aquellos que viven en el caos, como Venezuela, Zimbabue o Sudán.El peso argentino no reúne esas condiciones morales y no alcanza a ser moneda. Solo billetes de inmediata obsolescencia o lenguaje binario en la contabilidad de bancos, que pronto se desactualiza. El peso no deseado es una promesa incumplida, letra muerta, estafa colectiva. Despojado de contenido institucional, avergüenza a su emisor, encerrado entre el dólar y la tasa de interés para evitar su extinción final. Los políticos se quejan de la inflación y los dirigentes sociales, de la pobreza, pero nadie propone atacarla de raíz, eliminando sus causas. Pronuncian palabras sin peso y, como en el diván, evitan hablar de lo que más duele.El presidente Mauricio Macri no advirtió que el gradualismo, al no reducir el gasto público y mantener latente el riesgo confiscatorio, era ineficaz para recrear la demanda de dinero, incrementar el ahorro interno y expandir el crédito. En otras palabras, para llenar las heladeras. Aun así, y a pesar de ese error de diagnóstico, transmite las...

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