Palabras de antes que no han perdido vigencia

El 4 de junio se cumplieron 75 años del golpe militar de 1943. Se lo reconoce por lo que fue: el originario soplo fascista del movimiento político que permitiría al entonces coronel Juan Perón construir poder desde puestos claves para finalmente encumbrarse en la presidencia de la Nación. Se puede reconocer el golpe del 43 también por haber frustrado la candidatura presidencial de Robustiano Patrón Costas, que debía proclamarse en la convención del Partido Demócrata Nacional el mismo día que los militares derrocaban al presidente Ramón Castillo. Tanta certeza había en el lanzamiento de esa candidatura, que el exgobernador de Salta, senador nacional e industrial progresista, anticipó a un grupo de amigos el día antes del golpe lo que se proponía decir al aceptar la nominación el día siguiente. Sería candidato por la Concordancia, coalición de los partidos Demócrata Nacional, Unión Cívica Radical Antipersonalista y Socialista Independiente, que coincidían por igual en que el salteño debía suceder a Castillo. De haberse formalizado su candidatura y concretado las elecciones previstas para fines de 1943, Patrón Costas seguramente se hubiera impuesto.La historia contrafáctica promueve hipótesis abastecidas más por la imaginación que por el rigor científico. Conviene prescindir, pues, de las inferencias sobre lo que habría sido el devenir del país en las siguientes décadas signadas por el populismo, hasta la brumosa actualidad del peronismo. Ha quedado, sin embargo, como testimonio la copia del discurso preparado por Patrón Costas, que terminó silenciando la fuerza de las armas. Si su autor hoy viviera, no tendría casi que modificarlo. Apelaba al compromiso político y censuraba la indiferencia frente a los problemas del país de quienes se jactaban de apolíticos. Expresaba la necesidad de enaltecer las tradiciones nacionales y el culto por los próceres civiles y militares para formar así un pueblo con ideales. Hacía notar la importancia del cumplimiento de la palabra empeñada por contraposición a la falta de honradez, que "no es viveza, sino delito". Afirmaba que la Argentina requería una organización social y política con jerarquías, "pero entiéndase bien -diría-, con la jerarquía que dan la conducta ejemplar, la inteligencia, la ciencia, el arte, el trabajo, los servicios prestados al país".Decía que precisaríamos por muchos años "atraer y radicar población y capital del exterior"; olvidar siempre "el error de encerrarnos en nuestras fronteras"...

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