Palabras

Ya no hay desiertos. Ya no hay islas. Su necesidad, sin embargo, se hace sentir. Para comprender el mundo es preciso a veces apartarse de él; para servir mejor a los hombres, tenerlos un momento a distancia. Pero, ¿dónde encontrar el lugar que la fuerza, la larga respiración necesitan, donde el espíritu se recoge y se mide el coraje? Quedan las grandes ciudades.Pero las ciudades que Europa nos ofrece están demasiado llenas de los rumores del pasado. Un oído práctico puede percibir ruidos de alas, una palpitación de almas. Se siente el vértigo de los siglos, de las revoluciones, de la gloria. Uno recuerda que Occidente se ha forjado entre clamores. No es bastante silencio.París es muchas veces un desierto para el corazón, pero a ciertas horas, desde lo alto del Pére-Lachaise, sopla un viento de revolución que llena súbitamente la ciudad de banderas y de grandezas vencidas. Lo mismo en algunas ciudades españolas, en Florencia, o en Praga. Salzburgo sería una ciudad apacible sin Mozart. Pero de tarde en tarde corre por el Salzbach el fuerte grito orgulloso de Don Juan hundiéndose en los infiernos. Viena parece más silenciosa. Es...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR