El país se juega su destino a suerte y verdad

Los peronistas que nos explicaban enfáticamente hace un año y monedas cómo la Pasionaria del Calafate ya se había transformado en un "cadáver político" nos avisan ahora, con similar suficiencia, que si ella ganara los comicios ese movimiento de férreas convicciones no se subordinaría a su liderazgo. Los analistas que nos recordaban las razones por las que ningún gobierno no peronista logró sobrevivir a una derrota de medio término nos aseguran ahora que si Cristina Kirchner llegara a triunfar en octubre la institucionalidad y la estabilidad económica no correrían peligro. Los ajedrecistas de Cambiemos y del Frente Renovador que, llenos de jactancia teatral, se regocijaban ante la improbable chance de enfrentar a la doctora para darle por fin un golpe de gracia, tienen hoy un jabón de padre y señor nuestro. Los oficialistas de la nueva política y de las redes sociales que decretaron la muerte de los aparatos y la territorialidad, y que hace apenas diez meses se dieron el lujo de rechazar la opción de anexar a varios intendentes justicialistas en oferta, reconocen ahora que esos mismos barones le están garantizando a la doctora la logística electoral y un buen desempeño. Los funcionarios que durante la campaña habilitaron aumentos de gas, combustibles y prepagas, y defendieron un dólar que justo en estas semanas sensibles flota hacia arriba y amenaza nuevamente los precios, se extrañan de que haya crecido el mal humor social. Los monetaristas que espantan inversores con sus informes críticos y también algunos de sus quejosos clientes del establishment, que hablan pestes de Macri en los corrillos y que le reclaman sangrientos recortes de carnicero, son los mismos que pasan por alto dos signos de la realidad: ya estos leves recortes de peluquero amenazan con generar un monumental voto castigo en el conurbano, y el fracaso que sufrió esta semana la coalición gobernante al tratar de remover a don Julio muestra con claridad los límites de su poder parlamentario y los condicionamientos reales que tiene un "gobierno para ricos" al que los ricos -decepcionados- le exigen medidas de carácter impiadoso e imperial.

Los mismos que denunciaron el fracaso de las encuestas para anticipar resultados, las blanden hoy como si fueran la verdad revelada: el viernes anterior a las elecciones pasadas, María Eugenia Vidal estaba cinco puntos por debajo de Aníbal Fernández y en los estudios de boca de urna de las tres de la tarde de aquel domingo sorprendente...

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