Un país sin estrategia persiste en profundizar su decadencia

Crisis política , social y económica en diciembre de 2001. Saqueos a comercios de la localidad bonaerense de Moreno. 19 de diciembre de 2001.

Fue un terremoto de enorme magnitud. Así, la crisis de 2001 dejó dos hechos destacables : la supervivencia del sistema democrático y el rechazo a la violencia como método de lucha para algunos actores relevantes. Mirando con frialdad el escenario actual, en especial en términos económicos, sociales, institucionales y culturales, no hay mucho más para rescatar. Tal vez la resiliencia y la creatividad del sector privado, que a pesar de infinitas trabas, de un costo de capital inaccesible y de un entorno incierto y volátil, se las arregla para seguir produciendo, innovando y hasta compitiendo en la región y en el mundo. Lo mismo puede afirmarse de una sociedad civil que, más desigual e injusta en materia económica, experimentó avances significativos en materia de derechos humanos, lucha contra la discriminación y respeto por las minorías.

Sin embargo, la fragilidad institucional y el paupérrimo nivel de nuestra clase dirigente , con muy honrosas excepciones, caracterizan nuestro sistema político y obturan el desarrollo democrático. Asimismo, se suceden casos de violencia política que ponen de manifiesto que aun aquellos logros son demasiado endebles. Más allá de eso, las últimas dos décadas permiten comprender la importancia de cuestiones que, si bien no son nuevas, se agravaron considerablemente, pueden empeorar en el corto y el mediano plazo y constituyen los motores poderosos y constantes que profundizan nuestra larga decadencia y producen este torrente denso de pesimismo y desesperanza que impregna el debate social e informa los comportamientos y decisiones de una ciudadanía cada vez más atribulada y perpleja.

La Argentina carece de consensos básicos acerca de los tres mecanismos más importantes que, de acuerdo con la experiencia histórica de Occidente en los dos últimos siglos, regularon de forma imperfecta, no lineal pero con notable impacto positivo en términos de expansión de derechos, beneficios de la libertad y mejora material de sociedades con muy diferentes antecedentes culturales y religiosos: capitalismo, Estado y democracia. Lamentablemente, nuestros déficits en cada uno de ellos son enormes, además de los vínculos demasiado viciosos que los unen. La buena noticia es que hasta ahora nunca intentamos un debate franco y genuino para acordar los lineamientos fundamentales para el desarrollo...

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