Otro país contradice el relato

El fantasma de la muerte por enfrentamientos sociales, que persigue al kirchnerismo desde su época inaugural, aparece cada tanto. El Gobierno maniató a las fuerzas de seguridad para aliviar su conciencia política de la posibilidad de esas tragedias. El resultado, desastroso y desolador, es que de vez en cuando los argentinos se matan entre ellos. Ninguna policía interviene para detener a tiempo esos desastres. La detestable justicia por mano propia termina reemplazando a los recursos más eficaces y menos irreparables del Estado.

El kirchnerismo ofrece lo que no tiene. Ningún otro gobierno democrático hizo tanto panegírico del Estado. Ninguno lo endiosó de tal manera que sólo el Estado puede ser el constructor de la felicidad colectiva o el protagonista excluyente de cualquier solución social. Resulta, sin embargo, que el Estado kirchnerista desaparece cuando surgen los problemas esenciales que justifican su existencia. La inseguridad, la salud pública, la educación, los conflictos sociales, la política exterior o los problemas fundamentales de la economía. El actual Estado es como su jefa.

¿Cómo es su jefa? Muertos, heridos, saqueos, destrucción y vandalismo vagan campantes por el país. Silencio de la Presidenta. Tanto hablar por cadena nacional explicando las bondades de su gobierno para terminar callándose en el único momento en que su palabra era imprescindible. La historia es siempre igual: ella no sabe convivir con la adversidad. No lo esperaba. Nadie le advirtió nada. Está preparada para las intrigas del poder, pero no para estos conflictos, explicaba ayer un funcionario que la frecuenta. En efecto, la atraen obsesivamente los laberintos políticos del palacio y sus adyacencias.

Pero, ¿nadie le advirtió nada? ¿Nadie le dijo nunca que la marginación y la indigencia son insoportablemente visibles en las calles de cualquier ciudad argentina? ¿Nadie le contó que en su país cualquiera es dueño de la ley y señor de la calle? ¿Ningún funcionario le avisó que las palabras violentas concluyen siempre en actos violentos? Es probable que nada de eso haya escuchado nunca Cristina Kirchner. Prefiere estar rodeada sólo por leales mensajeros de buenas noticias. El problema es el final, que nunca cambia. Todos los conflictos terminan estallando en sus propias manos.

El único recurso, cuando ya cualquier solución es tardía, consiste en encontrar un culpable. Moyano, Barrionuevo, Micheli y -cuándo no- hasta Duhalde. Esta vez sólo faltó Clarín. Todavía...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR