Un país en blanco y negro

Cristina Kirchner y Silvina Batakis

El 26 de abril de 1985, el radicalismo en el poder realizó una gran movilización a la Plaza de Mayo para a escuchar a su líder, el presidente Raúl Alfonsín . Era un clima de debate en toda América Latina respecto de los ajustes. El peronismo hostigaba al gobierno radical porque no se resolvía a declarar impaga la deuda externa, como había hecho Alan García en Perú. Esa movilización popular recibió una especie de balde de agua fría desde el balcón, porque el Presidente declaró en aquel momento una convocatoria, que después se hizo legendaria, a la economía de guerra. Fue la antesala del Plan Austral. Esa noche, frustrados, los dos dirigentes que habían conducido esa movilización, Enrique Nosiglia y Leopoldo Moreau , se encerraron con Alfonsín en Olivos y hubo una especie de trifulca. Probablemente, haya sido la vez que más se enojaron con el Presidente. Tanto que, cuentan los memoriosos, un edecán, encargado de la seguridad del mandatario, se puso nervioso. Estaban frustrados porque iban pidiendo distribución y les devolvieron ajuste .

Algo parecido, de manera mucho menos escenográfica, debe estar pasando hoy con el kirchnerismo, conducido por Cristina Kirchner . Si alguien celebró la salida de Martín Guzmán como ministro del Fondo Monetario Internacional e "interventor de las grandes potencias que le piden ajuste a la Argentina en nombre del equilibrio económico", como dice el cliché, ahora debe estar desencantado. ¿Por qué? Porque hoy Silvina Batakis no solo ratificó el concepto, la interpretación del problema económico que defendía Guzmán, sino que además amagó con medidas de ajuste más severas , al menos en apariencia. Habrá que ver en las próximas semanas si lo de la ministra de Economía fue nada más que una retórica dirigida al Fondo, a los mercados que están inquietos, si solo debemos esperar de ella mímica, o si realmente va a haber un ajuste más severo que el que prometía su antecesor.

Se fue Guzmán. Llegó Batakis. Y el torniquete parece apretarse un poco más. Cristina -no sabemos todavía- es posible que esté como Nosiglia y Moreau. La lógica de hoy, de estos anuncios, sigue siendo la lógica pactada con el Fondo. Acá no hay falta de dólares por problemas de desequilibrios comerciales , en la balanza de pagos, de los dólares que salen y entran en el país como piensa la vicepresidenta. Lo que ella llama la "restricción externa". Lo que hay es una sobreabundancia, un exceso, de pesos . Y ese exceso de pesos, como explicó Guzmán tantas veces y como sostiene casi toda la comunidad de los profesionales de la economía, se debe a que el Banco Central está obligado a emitir porque es la única forma de financiar un déficit abultado. Esos pesos que sobreabundan van al dólar como reserva de valor. Buscan refugio en el dólar o en otras monedas para evitar la pérdida de poder adquisitivo y el deterioro de salario que está detrás de ese tsunami de pesos que tiene que ver con la emisión del BCRA para financiar un déficit que se ha descontrolado. Esta teoría, que es la teoría en la que se basa el acuerdo de Guzmán con el Fondo, no solo fue suscripta por Batakis, sino que además ella promete más ajuste para achicar el déficit y evitar esa emisión. Se declara a sí misma "fiscalista" y voceros importantes del oficialismo, como el diputado Eduardo Valdés, por ejemplo, la aplaudieron porque fuera "fiscalista". Habrá que ver si Cristina Kirchner la aplaude también.

11/07/2022 La ministra de Economía de Argentina, Silvana Batakis

¿Cuáles son las medidas de Silvina Batakis? ¿Cuánto tienen de genuino, de trampa o de simulación? Son cinco medidas importantes. La primera: propone reformar la ley de administración financiera para ampliar la capacidad del ministro de Economía en el manejo del gasto en reparticiones que hasta ahora no estaban bajo su control. Fondos fiduciarios, organismos descentralizados como el que rige la vida de los aeropuertos, conocido como ORSNA. Es decir, una cantidad de entidades que estaban fuera del comando fiscal directo del Ministerio, ahora pasan a estar bajo la órbita fiscal de Batakis, que quiere el monopolio del manejo de la caja. Habrá que ver cuánto esta expansión del monitoreo fiscal del ministro sobre áreas del Gobierno provoca roces políticos, y quiénes son los que están en esas oficinas que, hasta ahora, se habían puesto a salvo de los ajustes de Guzmán. Ahora deben esperar los ajustes de Batakis. Será necesario determinar también a quién reportan y cuáles son sus terminales políticas.

Segunda medida importante. La ministra les dice a todos los funcionarios del Gobierno: "Te voy a ir autorizando los gastos, la ejecución del presupuesto, lo que podés gastar de la partida que tenés asignada, no cada trimestre, sino cada mes. Te voy a tener más corto. Te voy a dar en la medida que recaudo". Hay quienes dicen, muy sofisticados, que a lo mejor es peor. ¿Por qué? Porque que se autorice un gasto cada tres meses permitía licuarlo con la inflación. Ahora, probablemente, ese efecto quede anulado porque Batakis va a disponer autorizaciones mes a mes. Si estas medidas las estuviera viendo -y seguro las estuvo viendo- un historiador como Pablo Gerchunoff diría "vuelve la historia, vuelve el 62, vuelve el 72, vuelve el 82′", tres años en los que gobernó la economía argentina Jorge Wehbe, que era famoso por procrastinar los pagos. Un proveedor iba y le pedía el pago porque había vencido su factura y él le decía "vení más tarde, vení la semana que viene, vení el mes...

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