Un país asediado por minorías violentas

Nunca en 33 años de democracia se intentó agredir físicamente a un presidente. Con Mauricio Macri ya lo hicieron dos veces. Tal vez la explicación radique en que los otros presidentes democráticos no debieron convivir con minorías opositoras fanáticas y violentas. Sea como sea, el caso reviste una enorme gravedad institucional y, además, expone la fragilidad de un país asediado por grupos ideológicos dispuestos a todo. La reciente agresión en Villa Traful sucedió cuando terminaba diciembre, el mes del apocalipsis que nunca ocurrió. Durante más de dos meses, voceros de aquellas minorías inquietaron a la sociedad con sombríos presagios sobre supuestas sublevaciones sociales. No pasó nada.

Villa Traful es un pueblo bello, pequeño y aislado de la Patagonia. Los que atentaron contra el Presidente no eran vecinos de ahí, sino militantes del sindicalismo kirchnerista de la capital de Neuquén. Practicaron la misma maniobra que habían usado en Mar del Plata hace cuatro meses. Un día antes de la visita de Macri, se metieron en casas que estaban dentro de los cordones de la seguridad presidencial. De ese modo, no debieron atravesar luego el control de la custodia de Macri. En Mar del Plata estuvieron muy cerca de agredirlo seriamente; lo salvó al Presidente un grupo de trabajadores que estaban en las obras que Macri acababa de visitar. En Villa Traful lo salvó la suerte. La piedra estalló contra el vidrio de la camioneta en la que viajaba a un metro del asiento que ocupaba.

En Villa Traful y en Mar del Plata, los grupos violentos fueron identificados después como adscriptos al kirchnerismo, que ahora se reduce al cristinismo duro y cerril.

El peronismo de Neuquén, que no gobierna la provincia, está bajo la influencia de Oscar Parrilli, el ex jefe de los servicios de inteligencia de Cristina. Ya antes, el Presidente debió postergar una visita a Neuquén porque su agencia de inteligencia le advirtió que su seguridad no estaba garantizada.

La violencia no es nueva en el cristinismo. ¿Qué concepto de la pacificación política puede tener un grupo que en su momento exaltó al prepotente Guillermo Moreno e inauguró la era del escrache en la Argentina? El escrache es un método de identificación del enemigo que instauraron el fascismo italiano y el nazismo alemán. Esas execrables corrientes ideológicas también usaron el método de usar información falsa para desacreditar al enemigo designado.

El fárrago tuitero de Cristina Kirchner sigue siendo un catálogo de...

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