Pactos rotos, imperio caído

Entre los innumerables pactos de complicidad que se están disolviendo hoy en los sótanos de la política, hay uno principal: el que negoció el gobierno de Cristina Kirchner con los jueces federales de la Capital en marzo de 2015, con el propósito de poner a salvo la candidatura de Daniel Scioli del vendaval de denuncias contra el oficialismo. Esa ruptura está determinada por la liquidación de otros acuerdos.

El rudimentario imperio empresarial que construyeron la ex presidenta y su esposo comenzó a desmoronarse por la acción corrosiva de mejicaneadas, traiciones y pases de facturas. La onda expansiva del derrumbe nace entre funcionarios y testaferros y se expande hasta el empresariado. Todavía no se puede calibrar hasta dónde llegará.

La trama judicial se organiza alrededor de deslealtades. Lázaro Báez ayer se negó a declarar ante el juez Sebastián Casanello. La excusa es que el expediente está bajo secreto de sumario. Pero Báez calla, a la espera de lo que diga Leonardo Fariña. Este excéntrico financista es el dueño de todos sus secretos. Fariña entró en contacto con Báez como vendedor de una empresa de camiones. Al poco tiempo se convirtió en el responsable de administrar las montañas de dinero que circulaban por Austral Construcciones. En esa condición Fariña conoció a Néstor Kirchner. Y se encargó de operaciones ambiciosas del poder. Por ejemplo, se presentó ante directivos de Telecom Italia para comprar su participación en Telecom Argentina, alegando representar un fondo denominado Genevieve. Explicó: "Yo soy Báez y Báez es Néstor Kirchner". Esos ejecutivos ya habían sido advertidos por Julio De Vido de que recibirían la visita.

Con Kirchner murió también un orden. El dinero ya no se guardaría más en bóvedas en las que los billetes se estropeaban por el moho. Federico Elaskar sacaría los fondos del país. Y Fariña, ya en brazos de Karina Jelinek, comenzaría a gastar mucho más que de costumbre. Los derroches se explicaban por entonces en que "Leo" estaba dilapidando un fideicomiso heredado en su calidad de hijo natural de Kirchner. Leyenda urbana. Estaba fumándoselo a Báez. Y eso originó una guerra, en la que Fariña se defendió apelando a la extorsión. Ese método lo llevó tras las rejas por evasión impositiva. La causa se dirime en un tribunal oral de La Plata, en el que es muy gravitante el ex secretario de Justicia Julián Álvarez, de La Cámpora, la organización de Máximo Kirchner, el hijo de Néstor, el amigo de Báez. Es inusual que haya...

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