Paco: el virus de una epidemia que acecha a Jujuy

Carla es adicta al paco. Vive en la calle desde hace casi un año, entre el barrio Azopardo y San Francisco de Alava, en San Salvador de Jujuy, donde se está produciendo una suerte de masacre colectiva. Niños y jóvenes consumen pasta base y toman alcohol, a veces con psicofármacos, a plena luz del día. Deambulan como perdidos por arterias y plazas, baldíos y aguantaderos hasta que a los varios días, quizá, vuelven a sus casas para dormir y comer, y luego, volver a salir.

Carla es bella. Tiene 18 años, pero ya no tiene "vida". Tampoco su familia. Lo sabe su madre, Laura, que desde hace más de cuatro años lucha por sacarla de ese infierno. Cuando su hija es detenida en una comisaría, pasa su mano por la vagina para comprobar lo que no quiere, pero ya sabe: huele a semen fresco. Sí. Carla se prostituye; la prostituyen a cambio de alguna dosis o de nada. También la golpean y casi no come. Pero Laura ya no la busca. Lo hacía antes, al principio, cuando rastreaba a su hija con desesperación hasta encontrarla. Pero ya no, porque sabe que es luchar contra Goliat: la droga y la adicción ganan. Ahora sólo se conforma con saber que sobrevive. Carla y Laura son nombres ficticios detrás de sus dramáticas historias reales.

El paco y las drogas ya están en Jujuy en casi todos los barrios. La situación es conocida por las cúpulas de los tres poderes del Estado. Durante un reciente debate sobre la desfederalización del delito de narcomenudeo organizado por la Universidad Nacional de Jujuy, el ministro de Gobierno y Justicia, Alberto Matuk, afirmó: "El consumo de estupefacientes ha tenido un crecimiento desmesurado y se está llevando puestos a nuestros chicos". En el auditorio había diputados, jueces provinciales y federales y otros dirigentes locales. "No sólo [se vende droga] en la capital, sino en pueblitos alejados", declaró en esa ocasión el senador radical .

Hay muchos jóvenes en Jujuy que son adictos severos. Y muchos más que están en vías de serlo porque ya fueron atrapados por la droga, según diversos testimonios recogidos por LA NACION. Nadie sabe cuántos. No hay estadísticas reales. Pero en los hechos, el problema está ahí, evidente, palpable, dramático.

Mientras, cada vez más instituciones de la sociedad civil y familiares se reúnen en busca de soluciones. Incluso, un grupo de personas presentó un amparo colectivo para pedirle al Estado asistencia a adictos.

En esta zona de frontera, la droga circula por tierra y también por cielo. Jueces federales vienen denunciando que avionetas clandestinas tiran paquetes en vuelos que nadie detecta; en Jujuy y Salta hubo varios casos que investiga la Justicia. La provincia hace rato dejó de ser un lugar de paso. La droga se instaló.

"Esta problemática la escuchamos todos los días", comentó a LA NACION el obispo de Jujuy, monseñor César Daniel Fernández. "Cada vez se vende más, circula más. Si hay más consumo es porque hay más oferta. Hay gente que no tiene trabajo y vive de la...

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