Pablo Fraguela: señales, instinto y causalidad

Rosita mueve los brazos como si quisiera tocar las teclas del viejo piano Steingraeber y Söhne (de cuarto de cola y una larga historia iniciada en Bayreuth) que ocupa buena parte del living de la casa. Su papá la mira con el amor que cualquier padre puede demostrar al observar a una hija de seis meses. La mira y dice que le gustaría que se dedique a la música. Quizá le gustaría que fuera pianista como él o cantante como la mamá.

Si sale como él, tendrá un gran futuro artístico. Dentro de la música de raíz folklórica, Pablo Fraguela (el padre en cuestión) es muy bueno como pianista, como productor, como arreglador para grupos y orquestador de masas sinfónicas. Además, desarrolla una incipiente carrera como compositor. Estudió piano, dirección orquestal, aerófonos andinos, fue seducido por el tango e hizo excelentes duplas con cantantes, como Verónica Condomí, con quien grabó un exquisito disco el último año. La plataforma desde donde expande su creatividad es el grupo Cosecha, que fundó en 1997 con María de los Ángeles Ledesma, Pedro y Matías Furió y Pedro Borgobello, cuando estudiaban en la Escuela de Música Popular de Avellaneda.

La paternidad puede ser, hoy, un tema recurrente. ¿La música también lo fue durante la infancia? "Mi viejo es una máquina de escuchar música -lanza Fraguela-: Elis Regina, Silvio Rodríguez, el Dúo Salteño, Prokofief o Bach. El recuerdo más viejo que tengo de la música es de un día que le dije a mi mamá que me quería quedar frente al televisor viendo a «mi Mercedes», que era Mercedes Sosa. Otro recuerdo es del día que encontramos un piano que era de mi abuelo y que estaba en el fondo de la casa, tapado con telas. Mi abuelo, que murió joven, a los 35 años, era músico. Tocaba piano, violín, armónica y daba conferencias sobre música clásica. No sé hasta qué punto habrá sido autodidacta. Mi papá estudió piano hasta los 15. Después se dedicó a la contabilidad. Hace tres o cuatro años volvió a estudiar piano clásico y, conmigo, clases de armonía y composición. Es lindo tenerlo de alumno. Creo que quizás yo soy el músico que él quiso ser. Siempre me alentó. A mí me llenaría de felicidad si mi hija se realiza en la música."

Ahora, cerca de los 40, aunque Pablo no se ve como el músico que quería ser hace un par de décadas, nota que el horizonte se fue corriendo: "Siento que avanzo constantemente. La música de la infancia tuvo un sentido muy místico. En el momento en que tuve que decidir si hacía clásica o folklórica, me...

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