Un país que aún es casi todo futuro

Los titulares de todos los días dan cuenta de las peleas más diversas, por lo pronto, entre los argentinos y, asimismo, entre los extranjeros. ¿Nos peleamos y por lo tanto somos? Al pelearnos, al discutir, ¿nos alejamos o nos acercamos verdaderamente los unos a los otros? Al objetar la tesis conservadora según la cual, antes de precipitar la Revolución de Mayo, Buenos Aires debía consultar a los demás virreinatos, Mariano Moreno señaló en La Gaceta que "México nos queda más lejos que Tartaria", es decir que nos era extraño en razón de su lejanía.Nos encontramos, a partir de esta cita, con dos versiones opuestas de lo que significa estar lejos. Ser extranjero, ¿equivale a estar demasiado lejos para que haya alguna relación, como Tartaria en el ejemplo de Mariano Moreno, o demasiado cerca para que no se multipliquen las querellas, como tantas veces ha ocurrido entre nosotros? Los hermanos dentro de una familia están demasiado cerca y por eso se pelean, aunque también por eso se aman y se socorren en situaciones de emergencia.A veces valen los argumentos en ambos sentidos. ¿Uruguay es sólo nuestro hermano o, al menos en el fútbol, también es nuestro rival? La marca de la cercanía, en cierto sentido, es la ambivalencia. Jano tenía dos caras que miraban en direcciones opuestas. Lo mismo ocurre con las naciones de hoy. Están cada vez más apretadas las unas contra las otras. Pero su ideal, todavía, es la independencia, al que aún dedican las fechas patrias. Su realidad cotidiana es, por el contrario y cada día más, la interdependencia. Honran la independencia; viven, de manera creciente, la interdependencia.Podría decirse que, en términos generales, los vínculos entre los seres humanos se han ido apretando a lo largo del tiempo, pero, eso sí, de una manera irregular. La familia, sobre todo entre los argentinos, es suprema. En la otra punta está la patria. En el medio quedan otros núcleos como las ciudades, las provincias y las regiones. ¿Por cuál de ellos daríamos la vida? Por los que ocupan en esta lista los lugares extremos, la familia y la patria. Pero sólo le hemos acordado "soberanía" (que es otra manera de decir "supremacía política") a la nación. Entre las relaciones jerárquicas que nos comprometen, sólo a la nación le prometemos solemnemente nuestra lealtad. Es ella la que nos confirma, en última instancia, nuestra identidad personal. Los argentinos no tenemos un problema de identidad. Para medir lo que sería un...

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