La ortodoxia al final del túnel

Once meses de gobierno fueron tiempo suficiente para que algunos funcionarios, principalmente los nuevos, aquellos que no pertenecen a Pro desde la gestación, empezaran a descubrir el verdadero rostro de . Los del equipo económico, por ejemplo, terminaron esta etapa de aprendizaje al escuchar, en encuentros recientes, un consejo fraterno y específico de los más antiguos: no tiene sentido que malgasten el tiempo ensañándose con Federico Sturzenegger, líder del Banco Central, porque quien avala esta política de altas tasas de interés es en última instancia el Presidente.

Pasó lo mismo a mitad de año con las tarifas, cuando se llevaba las críticas de casi todo el gabinete. El ortodoxo es Macri. El plan de metas de inflación del Banco Central, por ejemplo, representa hoy la apuesta más contundente del Gobierno en materia económica y probablemente el termómetro desde el que habrá que medir la primera parte de la gestión de Cambiemos. Casi todos los miembros del gabinete parecen haberlo asimilado. Los empresarios, en cambio, están todavía en la etapa de las conjeturas: ven necesario respaldar una administración que creen prueba piloto de gobierno no peronista, pero siguen desconcertados porque advierten que la recuperación de la actividad se demora más de lo esperado. La promesa del segundo semestre fue para ellos un error de cálculo.

Así, resignados a convivir con una moneda fuerte porque entienden que no hay margen para devaluaciones con más de 30% de pobreza, prestan especial atención a un trío que les da señales contradictorias. Lo conforman , encargado de conseguir dólares mediante endeudamiento razonable; Sturzenegger, que contiene el tipo de cambio, y Francisco Cabrera, ministro de Producción, cuya misión es lograr condiciones productivas y generar empleo. ¿Es posible, se preguntan, que las tres funciones tengan un éxito simultáneo sin anularse la una a la otra?

Son dilemas que todavía no trascienden, pero que se han vuelto lugar común en la Unión Industrial Argentina. Cómo congeniar, por ejemplo, esta ortodoxia monetaria con la heterodoxia fiscal, porque no hay ajuste, contradicción que el Gobierno se propone saldar con deuda para no emitir moneda. Es decir, no a la licuación de salarios o costos empresariales vía devaluación. La conclusión es que la anhelada baja en la carga tributaria volvió a postergarse, porque el Estado seguirá necesitando del sector privado para sostenerse. Peripecias de la Argentina gradual y, creen en Cambiemos...

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