Ortelli-Canapino, un éxito que se gestó hace décadas

Tengo una imagen muy grabada de cuando era chico: tenía siete años y le insistía a Guillero, que ya era un piloto ganador, para que jugara conmigo al GP2, el juego de computación de Fórmula 1 -cuenta Agustín Canapino (clase 1990, 26 años).

-Prácticamente lo tuve en brazos. Venía al taller colgado de los pantalones de su padre Alberto, cuando yo empecé a correr en el TC con su equipo, en 1997 -recuerda Guillermo Ortelli (clase 1973, 43 años).

-Yo le insistía para que jugara, era un pesado, realmente, pero para mí era increíble poder jugar con él. No sé por qué, pero siempre me decía "abollado".

-Era raro cómo jugaba: ¿viste que cualquiera lo hace siempre con el auto apuntando a la pista, de frente? No, él jugaba al revés, con la trompa mirando a la pantalla. ¡Pucha, cómo pasó el tiempo!

-Para mí es un sueño haber podido correr, y ganar, con mi ídolo. Me conoce casi que desde la cuna. No lo puedo creer?

-Agustín me llamó en febrero para proponerme ser su compañero en esta carrera; pensé "este está loco". Pero acepté sin dudarlo. Yo presentía que podíamos andar bien, porque el auto es bueno y él es un gran piloto. Pasé un fin de semana cómo hacía tiempo no vivía en el automovilismo. Quizás esta categoría no me dio los resultados que tuve en el TC, pero este triunfo es uno de los más importantes de mi campaña.

-Es un sueño que haya manejado mi auto. La carrera la ganó Guillermo: hizo una remontada impresionante, cada vez que pasaba un auto, yo golpeaba la mesa con entusiasmo, creo que la rompí. El equipo también es responsable, con las decisiones que tomó: cambiar el motor porque interpretó, con los datos de la telemetría, que el que usé para la clasificación habría durado solo cinco o seis vueltas en carrera, a causa de la caída de la presión de aceite. Mis mecánicos ni durmieron para cambiarlo.

-Cuando la lluvia me sorprendió y me despisté, pensé: "¿Qué estoy haciendo yo en el pasto con el auto que tengo?". Por un instante sentí que se me venía el mundo abajo. Tenía una gran responsabilidad con Agustín y con Chevrolet, la marca que me hizo ganar tantos títulos en el TC y con la que tanto estoy identificado. Cuando me recuperé, empecé que a ver que podía pasar autos y que no estaba todo perdido.

-Fue una carrera muy loca, me salvó la campana, porque (Matías) Rossi cambió las cubiertas delanteras en su parada y al final andaba más rápido que yo. Si la carrera duraba una o dos vueltas más? Pero al final le pusimos el moño, je. Necesitaba...

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