El orgullo de ser periodista en América Latina

Uno de los principales crímenes contra la prensa en América Latina fue la bomba que funcionarios sandinistas hicieron poner en una conferencia de prensa del jefe guerrillero Edén Pastora, uno de los líderes que los enfrentaba cuando Nicaragua se destripaba en la guerra fría. Fue en La Penca, en la frontera con Costa Rica, el 30 de mayo del 1984. Murieron siete personas y hubo doce heridos. La bomba la puso Roberto Vital Gaguine, un colaborador argentino del sandinismo, integrante del Ejército Revolucionario del Pueblo. Este murió luego en La Tablada, ese alocado y brutal asalto del 23 de enero de 1989.

En La Penca, Vital Gaguine se hizo pasar por un fotoperiodista danés y acompañó a un periodista sueco, Peter Torbiörnsson, quien contó la historia desde su angustia: "Sabía que era un espía sandinista pero no que iba a poner una bomba". En Costa Rica, la democracia más antigua de América Latina, la fecha del atentado se fijó como el Día del Periodista.

Ahora, en esa zona la situación es otra vez dramática para los periodistas . Ya sabemos que en la región hay tres dictaduras cada vez más trillizas: Cuba, Venezuela y Nicaragua. Cooperan entre las tres, presentan un discurso legitimador homogéneo, y se imitan en las prácticas represivas contra el periodismo. Los periodistas de esas latitudes saben que si desde los medios oficialistas arranca un ataque contra ellos, es que se están alistando las acciones incrementales para detenerlos. La propaganda es la primera fase de la represión.

Cuando se forjaron estas dictaduras, las primeras alertas surgieron desde el periodismo , como ocurrió con el Diario de la Marina cuando se hizo la revolución cubana en 1959, hasta La Prensa de Managua o El Nacional de Caracas. Esa demolición se prepara con la deslegitimación de la prensa, intentando persuadir de que reducir la libertad al periodismo es ampliar y no cerrar el espacio cívico.

En Cuba la violencia contra la prensa está más institucionalizada: los periodistas sufren la tortura de la cárcel, de la detención continua en las calles, del encierro en sus domicilios. Cada uno tiene un policía que "lo atiende". Todavía permanecen periodistas en las cárceles por haber cubierto las pasadas protestas de mitad de año. En cambio, en Venezuela o Nicaragua la violencia es más desnuda.

En la Conferencia Latinoamericana de Periodismo de Investigación , organizada en los primeros días de diciembre en Canelones, por el Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS), varios de...

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