Optimistas, en Casa Rosada ya hablan de 'ola positiva'

La anécdota la contó un testigo, de los pocos a los que Mauricio Macri permite ingresar en su intimidad. El largo día de su asunción presidencial, Mauricio Macri y Juliana Awada ingresaron en el ascensor exclusivo de la Casa Rosada. "Qué calor, ¿no?", le dijo Macri a la ascensorista segundos antes de que la empleada rompiera en llanto. Un raro después, Macri supo el porqué de la reacción: Cristina Kirchner, la usuaria anterior del ascensor, le tenía prohibido hablarle, o siquiera mirarla mientras subía hacia su despacho.

En Balcarce 50 creen que la emoción de la ascensorista no fue ni es casualidad. Que los cambios de modos y de estilo liderados por el nuevo Presidente impactaron tanto dentro como fuera de la Casa de Gobierno, cinco días después del final de 12 años de kirchnerismo. "Es como un centrodelantero que tira desde cualquier lado y la emboca igual. Estamos en ese momento y hay que disfrutarlo", bromea a LA NACION José Torello, amigo de Macri de toda la vida, asesor y virtual ministro sin cartera.

Mientras conversa en un pasillo del primer piso con el secretario general de la Presidencia, Fernando de Andreis, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, Torello cree que los primeros pasos de la gestión(la reunión con gobernadores y ex candidatos presidenciales, el rechazo al memorándum con Irán por vía judicial, la eliminación de todas las retenciones menos la soja) ofician de "colchón de buenas noticias" que servirá, y mucho, cuando llegue el momento de los tragos amargos. "Mucha gente que no lo votó a Mauricio dice: mirá vos, este tipo habla con todos, quiere decir que el miedo que metieron (desde el kirchnerismo) era infundado"...

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