Muchos opositores, pero poca oposición

MONTEVIDEO

La rapidez con que el Congreso argentino aprobó en diciembre una docena de leyes casi como vinieron redactadas de la Casa Rosada muestra la inexistencia de una firme oposición. Al menos ella hubiera ayudado a pulir los textos, a descartar algún error formal, a advertir sobre alguna consecuencia indeseada. Para eso está la oposición y ése es el rol que juega en los parlamentos.

Lo de la votación "exprés" no fue un buen síntoma. Los países libres prefieren discusiones remolonas en las cámaras, pero que den garantías. Sin embargo, en una América latina con sus oposiciones desdibujadas se ven muchos Congresos con el "sí" fácil, que no controlan ni vigilan al Ejecutivo y que, a falta de un Poder Judicial genuinamente independiente, fortalecen el poder personal del presidente. Eso llevó a que gobiernos elegidos como los de Hugo Chávez, en Venezuela, y Rafael Correa, en Ecuador, con respaldo popular tengan cada vez más actitudes dictatoriales.

Un poco menos de la mitad de los argentinos se obstinó en no reelegir a Cristina Fernández, pese a la ola triunfalista. Pero repartió sus votos en media docena de candidatos y ninguno tuvo la cantidad suficiente como para asumir su real representación. Hay muchos opositores pero poca oposición. Esto es un problema, porque todo país necesita una sólida oposición que, sin estridencia pero con firmeza, vigile y controle a quien gobierna y que, como los clásicos "gabinetes en la sombra", marque cuál hubiera sido su propuesta alternativa de haber estado en el gobierno.

La debilidad opositora no sólo afecta a Venezuela o Ecuador, ejemplos de regímenes autocráticos elegidos, sino también a un Uruguay que cuida sus reglas institucionales pero cuya oposición (representada por tres partidos) todavía anda a tientas, ya que ni sumada tiene la mayoría.

Un dirigente del opositor Partido Blanco uruguayo dijo estar preocupado porque, ante la desilusión que causaría la gestión gubernamental del Frente Amplio, sus adherentes buscarían alternativas en un outsider , o sea, alguien sin experiencia y por fuera de los partidos. Su afirmación fue asombrosa. ¿Es que renunció de antemano a que él, o su partido, o los otros de la oposición sean la voz de ese descontento para alcanzar la mayoría necesaria?

En la Argentina el problema es más acuciante porque el desdibujamiento de la oposición coincide con el de los partidos. Ni siquiera el peronismo logra consolidarse como una única organización partidaria. Partidos...

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