Las oportunidades que se pierden también definen nuestro futuro

En los sectores más pobres, más de seis de cada 10 estudiantes abandonan o repiten durante su trayectoria escolar

Cuenta la historia que un padre rico y trabajador, que había forjado su fortuna en base al sacrificio personal, cultivando sus campos a lo largo de muchos años con dedicación, tenía un único hijo irresponsable e inmaduro, que no hacía nada útil de su vida, y al que intentaba sin éxito encauzar en la buena senda. Con el transcurrir de los años se convenció de que sus esfuerzos en tal sentido habían sido totalmente inútiles, por lo que decidió darle una lección.

Pasado el tiempo y casi ya resignado, el padre miró a los ojos fijamente a su hijo y le dijo que estaba seguro de que a su muerte dilapidaría toda la fortuna en fiestas con falsos amigos y en gastos extravagantes. Y agregó:

-Quiero que cumplas, aunque sea por única vez, mi voluntad.

Hizo una larga pausa y prosiguió:

-Cuando hayas gastado hasta el último centavo y lo único que tengas sean deudas, quiero que te sientes solo en este sillón y leas este libro, hasta la última página.

El hijo lo miró absorto y sorprendido, pero ante la insistencia tenaz de su padre, finalmente le hizo el juramento, sabiendo íntimamente que no lo cumpliría de modo alguno. Al tiempo, el padre murió y, tal como lo había previsto, el hijo comenzó a malgastar la fortuna que tanto había costado generar a su padre. Cuando agotó hasta las últimas monedas y lo único que acumuló fueron pesadas deudas, cayó en una profunda depresión que lo postró en la cama durante varios días.

Sintiéndose un fracasado, consideró que no era merecedor de continuar viviendo y fue en ese momento que rememoró la antigua promesa que había realizado hacía algunos años y decidió cumplir con la voluntad de su padre.

Encontró el libro y, al leerlo detenidamente, por primera vez se sintió en comunión espiritual con su padre. Para su sorpresa, cuando llegó a la última página del libro encontró una nota en la que reconoció la letra de su padre: "Espero que hayas aprendido la lección y esta vez madures. En el segundo cajón del escritorio hay una cajita con la llave de una caja de seguridad a tu nombre, con una importante suma de dinero. Ahora tienes una nueva y última oportunidad, no la desperdicies".

Como siempre, es un placer recibirlos en este espacio que presume ser un lugar de análisis e interpretación de variables económicas. Pero hace tiempo que se hace difícil escribir de oportunidades en este contexto. Soy de los que piensa...

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