Opciones de arancelamiento universitario

El debate sobre financiamiento universitario parece tener dos posturas extremas: gratuidad o aranceles, pero, lejos de existir esta dualidad de aparentes opuestos, hay propuestas que son inclusivas sin caer en falacias, populismo ni demagogia. La realidad muestra que muchas casas de altos estudios hoy no son sustentables y que el alto número de alumnos no se condice con el de sus egresados: solo el 26% se reciben en el tiempo establecido por los planes de estudios.Con la experiencia de países como Finlandia o Suecia no resulta descabellado pensar en opciones de arancelamiento que apelen a la contribución de quienes ya se formaron en los claustros de una universidad pública y gratuita y lograron luego crear una carrera profesional.Esta idea fue analizada por el Centro de Estudios de la Educación Argentina, de la Universidad de Belgrano, conducido por Alieto Guadagni, y presentada a través del informe que describe cómo funciona el Fondo de la Solidaridad Universitaria de Uruguay (FSU), que ya tiene 24 años. En el país vecino, el 19% de los graduados provienen de sectores sociales relegados y acceden a la beca solidaria gracias a los aportes que sus antecesores dan al mencionado fondo. En 2001 estos eran solo el 1%, pero el porcentaje fue creciendo de manera continua.En Uruguay, los profesionales comienzan a aportar una vez que llevan un lustro recibidos o cuando superan los ingresos mínimos; lo hacen durante 25 años. Para tener idea de valores, conviene aclarar que quienes egresaron de carreras de menos de cuatro años aportan durante los primeros cinco años unos 58 dólares por año, para pasar a pagar 117 dólares transcurrido ese período. Quienes eligieron carreras con mayor carga horaria empiezan contribuyendo con 117 dólares y duplican la suma para la segunda etapa.Según Guadagni, si este mismo esquema se aplicara en las universidades nacionales, al menos unos 70.000 estudiantes sin recursos económicos podrían acceder no solo a las aulas, sino también a una mejor calidad de cursada. Hoy, en un modelo que muestra sus falencias, a pesar de la falsa gratuidad, solo se recibe uno de cada 100 estudiantes provenientes del quintil más pobre del país.Aunque poco promocionado, desde hace 30 años, en Entre Ríos ya funciona un sistema que sigue esta modalidad. Gracias a él, más de 14.000 alumnos de bajos recursos pueden cursar allí. En 2010, en la Cámara de Diputados de la Nación se frustró un proyecto que proponía que los graduados pagaran 0,5%...

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