Ontología de lo Lúdico en la Existencia Humana

AutorJosé Antonio Matos Contreras

José Antonio Matos: Caracas (Venezuela), cursó estudios de sociología en la Universidad Central de Venezuela. En la actualidad, tesista de la Maestría de Filosofía y Ciencias Humanas y del Doctorado en el Área de Identidad y Multiculturalidad en la Universidad Bolivariana de Venezuela.

Ha dictado asignaturas sobre estudios culturales, vida cotidiana, socialidad urbana y religiosidad en la Escuela de Sociología de la Universidad Central de Venezuela y en la Universidad Bolivariana de Venezuela, en la cual es profesor asistente.

En los actuales momentos, investiga sobre temas sociales vinculados a la religiosidad urbana e imaginario popular. Ha escrito artículos sobre filosofía social y socioantropología: “La Ideología Dominante en la Tesis de Filosofía de la Historia de Walter Benjamín”, “La Complejidad de la Vida Cotidiana en la Obra de Michel Maffesoli”, “La Cura Transgresiva”.

El interés hacia lo lúdico surge de la inquietud de conocer esa potencia imaginal presente en el juego, que aligera el peso de las obligaciones, nos envuelve en sus reglas y nos coloca en una dimensión transfiguradora de la realidad habitual. El estudio sobre lo lúdico ha sido motivo de numerosas disertaciones, desde lo que hallan en el origen del juego una conducta instintiva o ligada a alguna finalidad biológica (enfoques biológico–psicológico), o aquellos que demuestran su fecundidad en el terreno de la cultura (Schiller, Huizinga) e incluso matizaciones como la propuesta por Gabriel Weisz de analizar las interacciones entre la conducta lúdica y representacional con procesos neurofisiológicos también enfoques socio antropológicos como los de Roger Callois, Jean Duvignaud y G. Bataille, e incluso ha servido de explicación e inspiración de filósofos en sus reflexiones y a poetas en sus esbozos.

Aunque lo lúdico sea estudiado de manera prolífica, el quehacer lúdico nos abre siempre interrogante sobre su naturaleza enigmática. En ese sentido, reflexiones fenomenológicas como las del filósofo Eugen Fink y hermenéuticas de Hans–Georg Gadamer nos brindan la posibilidad de reflexionar sobre la dimensión lúdica de la existencia humana, al plantear ambos una ontología del juego sin obviar ese velo de misterio, fascinación y gratitud. El juego, como nos recuerda el poeta venezolano Armando Rojas Guardia, cobija a sus jugadores incluso en las situaciones más abismales:

“Un hombre que viajaba a través de un campo se encontró con un tigre. Y huyó mientras el tigre lo perseguía. Al llegar a un precipicio, se agarró a la raíz de una liana y saltó al otro lado. El tigre lo olfateaba desde arriba. Temblando, el hombre miraba hacia abajo, donde otro tigre lo esperaba para devorarlo. Sólo la liana lo sostenía. Dos ratones, uno blanco y otro negro, poco a poco empezaron a roer la liana. El hombre vio una linda fresa cerca. Agarrándose bien de la liana con una mano, con la otra cogió la fresa. ¡Qué sabrosa estaba! (…) el abismal peligro del juego consiste en que puede perder. Pero nada ni nadie puede quitarle el sabor gratuito de la fresa” (Guardia, 2006: 280–298).

Lo Lúdico como Fenómeno Existencial

El filósofo Eugen Fink es uno de los autores que ha profundizado sobre el “sentido óntico del fenómeno lúdico”. Fink muestra en su ensayo “El Oasis de la Felicidad”, la significación del juego en la estructura existenciaria del hombre. El juego, como sostiene Fink, “pertenece a la condición óntica de la existencia humana, es decir, uno de los modos de la existencia vital del hombre” (Fink, 1966; Ríos, 2008). De las conceptualizaciones de Fink sobre el juego hay dos que consideramos significativas. Una respecto al rechazo del autor al considerar el juego como una actividad “marginal” y suplementaria de la existencia humana y otra al reconocer que el juego interrumpe la continuidad del curso de nuestra vida.

Fink, al preguntarse por la significación del juego se encuentra con una “interpretación corriente” o “cotidiana” que considera al juego una actividad marginal, que actúa como un complemento o una especie de bálsamo vitalizante que viene a reconfortar y aligerar las cargas generadas por las actividades “serias, auténticas y responsables”. Estas actividades se encuentran sometidas a un ritmo mecánico y repetitivo. De ahí la necesidad del juego que a manera de un salvavidas, nos protege de sucumbir en los mares rutinarios de la monotonía. Esta interpretación al tener como prioridad las actividades “productivas”, tiende a degradar a la dimensión lúdica de la existencia a actividades suplementarias o alicientes necesarios para encarar con más fluidez los quehaceres auténticos de la vida. En ese sentido, el juego es un “medio terapéutico” que recomiendan las “buenas conciencias” para prevenir las consecuencias negativas del moderno mundo del trabajo, sirviendo de antídoto y “válvula de escape” de las ansiedades provocadas por las exigencias del día a día. Otra opinión derivada de la interpretación del “juego como fenómeno marginal” es la que considera al juego como una actividad perteneciente exclusivamente a la infancia. Es indudable que el juego ocupa un elemento central en la etapa infantil, pero como afirma Fink: “Si tomamos la imagen guía de nuestro concepto del juego sólo de la existencia infantil, la única consecuencia será una mala comprensión de la naturaleza inquietante, profunda y ambigua del juego” (Fink, 1966: 11). De esta forma ocultaríamos y negaríamos los aspectos y matizaciones que envuelve de manera enigmática la actividad lúdica.

Para Fink la “concepción corriente” o “cotidiana” que coloca al juego como un “fenómeno marginal de la seriedad, la autenticidad o el trabajo”, no sólo oscurece la significación del juego como una actividad vital de la existencia humana, sino que lo reduce ingenuamente a dicotomías predeterministas o antítesis “trabajo / juego”, “juego / seriedad”, como asevera el autor:

“El juego no es una manifestación marginal en el paisaje vital de los hombres, un fenómeno que aparece ocasionalmente, algo contingente. El juego pertenece esencialmente a la condición óntica de la existencia humana, es un fenómeno existencial fundamental. (Fink, 1966: 11).

El ser humano tiene la característica de preocuparse por su propio ser, de...

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