Los olvidos de la memoria

Cuando éramos chicos, nos entreteníamos a veces en el recuento de la mezcla de sangres que fluía en nuestra argentinidad. Buen reflejo de la cartografía del país y del enclave cultural que nos había tocado, en nuestras listas predominaban abuelos italianos y españoles, pocos argentinos, de vez en cuando algún francés, menos todavía ingleses, irlandeses o alemanes; cada tanto, había alguna historia de los pogromos del Este o de los campos de la muerte. Entre los bisabuelos contábamos algún que otro criollo, aunque no dejaba de ser una rareza. Y no recuerdo ni uno solo que hubiera reportado al menos una gota de pueblo originario. Estábamos en Buenos Aires y parecía una obviedad que éramos el país blanco de América latina.

La hipercitada frase de Borges -"Los argentinos somos europeos en el exilio", seguramente hija de la de Alberdi: "Somos europeos trasplantados en América"- era ley en mi entorno. El prestigio de lo europeo por sobre las diversas formas de lo argentino o de lo americano era puro sentido común en la rama francesa de mi familia, aunque nunca me quedó tan claro como cuando, mucho después, lo vi sintetizado en el "Don't be native" con que la dama inglesa, madre de un compañero de la facultad, reconvenía a su hijo. En esas épocas, la escuela no hacía más que reforzar el equívoco. La Argentina era un país blanco y europeo. Los indios habían sido eliminados de la historia oficial, como los negros, y los textos escolares de los años 70 todavía consagraban esa operación simbólica. Ni rastros por entonces de una perspectiva a contramano como la del credo jujeño de Héctor Tizón: "Yo miro el país desde el punto de vista de los que han sido derrotados y escribo del país que fue vencido y olvidado después de la organización nacional".

País nuevo, entonces, sin más pasado que el que empezaba a contarse en las páginas de sus elites intelectuales: "Recibimos un mundo nuevo, bárbaro, despoblado...", escribió Miguel Cané. País a estrenar, que proyectaba un futuro y un presente- moldeado por los sueños de su aristocracia ilustrada, que, como apuntó Oscar Terán, se guiaba por una creencia común entre las elites del...

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