Oficio, la nueva variable en el repertorio de Boca

Estudiantes le hizo mostrar los dientes a Boca. Se presentaba en la Bombonera como el rival más duro que le había tocado oficialmente en 2015 (incluida su participación en la Copa Libertadores) y, de entrada, buscó marcar presencia tratando de presionar, de no darle espacios. El partido se ubicó en la categoría cuchillo entre los dientes, con pierna fuerte y reacciones que generaron más de una pelea. Pero mientras termina sin definir su once ideal y Rodolfo Arruabarrena le sigue sacando frutos a la rotación -ayer anotó por los puntos el juvenil Cristaldo, que había tenido su bautismo goleador ante River, en el verano-, le agregó otra virtud valiosa dentro de los méritos que ya mostraba: oficio. Boca fue inteligente para hacerle frente al plan pincha, sortear la presión y mostrar más pausa que vértigo para esperar su momento.

El cabezazo de Vera en el palo fue un aviso de Estudiantes, en función de lo peligroso que podía ser con los pelotazos cruzados, hasta que Cata Díaz y Torsiglieri ajustaron las marcas. Porque esa fue la única llegada de riesgo de un pincha que fue de mayor a menor y que terminó entregado por las expulsiones de Aguirregaray y Auzqui.

El golazo de Erbes le facilitó las cosas a Boca-equipo, pero fue primero el equipo quien le dio la posibilidad a Erbes de llegar a esa posición. En ese minuto 38 hubo tres presiones altas ganadas por los dirigidos por Arruabarrena y una explicación de eso tiene que ver con quien llega a la medialuna del área rival: el volante tapón, quien más responsabilidades de marca tenía en el triángulo compuesto por Meli y Pablo Pérez.

En la fricción y el roce, el primer tiempo (hasta que el partido fue partido) fue copero, de pocos espacios, de pierna fuerte, de algunos golpes arriba y abajo, de juego con las manos. Boca estaba incómodo por no contar con los espacios que puede tener habitualmente para hacer su juego y Estudiantes pisaba fuerte en la marca. Hasta parecía que, en el contexto de las peleas y las discusiones entre los jugadores, era Boca quien más cerca podía estar de perder los nervios. Era local y caía en la telaraña pincha, que buscó cerrarle los espacios y jugar de contraataque.

Pero Boca ayer mostró un oficio desde la paciencia para jugar y el movimiento de sus volantes más Carrizo, la figura, de la cancha, para hacer correr la pelota que fue positivo para cambiar los roles y trasladarle los nervios al equipo de Pellegrino, que también fue expulsado en el entretiempo pero por salir...

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