El oficio del fileteado: con nuevos artistas, pelea una distinción

Abrir la puerta del taller es como destapar varias latas de pintura al mismo tiempo. En el atelier de Memo Caviglia, el aroma y la variedad de colores de los esmaltes que el artista utiliza para crear los fileteados más prestigiosos de la ciudad asaltan el olfato y la vista. Inmutable, con la precisión de un cirujano, el hombre traza las características líneas sobre un carro antiguo que hace más de 50 años era empleado para repartir leche, carne o verduras. Las caras de Gardel y Evita lo miran desde una pared, también en silencio.

Mientras en ese taller del barrio de Mataderos se alimenta la tradición pura del fileteado, la pintura argentina que nació a principios del siglo pasado con la influencia de la corriente inmigratoria, la técnica sigue aplicándose cada vez más en ámbitos y objetos modernos, y hasta comienza a recuperar espacios que había perdido con la llegada de la tecnología.

Su renacer podría cobrar mayor impulso en dos semanas, si la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declara el fileteado porteño patrimonio cultural inmaterial de la humanidad, el mismo reconocimiento que en 2009 obtuvo el tango.

La décima reunión del Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Unesco se realizará en Namibia, entre el 30 de noviembre y el 4 de diciembre próximos. Allí se presentarán 35 candidaturas de elementos representativos de los diferentes países que las postulan, entre las que se encuentra el fileteado argentino.

Patrimonio inmaterial de la humanidad, según esa organización, son todas aquellas formas del arte, las costumbres, hábitos y tradiciones que identifican y definen el modo de vivir de una sociedad. El fileteado, el de principios del siglo pasado o el actual, se encuadra dentro de esas calificaciones.

Si obtiene el reconocimiento, el gobierno de la ciudad se debe comprometer a adoptar medidas de conservación (ver aparte) de un arte que, a pesar de su antigüedad, transita por un camino de aire fresco y renovación que le brinda la sangre joven.

"No necesariamente lo que tiene un origen antiguo es viejo o parte del pasado. Las cosas hechas a mano, la mano artesana que modifica los objetos, no pierden vigencia. Si el oficio se sostiene, la gente lo seguirá percibiendo como algo antiguo, pero lindo", explica a LA NACIÓN Martín Oubiña, de 29 años y fileteador desde 2006. Lo que está sucediendo con el fileteado le da la razón.

El origen de este...

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