Una ofensa innecesaria

En la muestra feminista "Para todes, tode", inaugurada en marzo pasado en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, un espacio público dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos donde tiempo atrás funcionaba la ESMA, se exhibió una imagen de la Virgen María, en su advocación de la Medalla Milagrosa, con un pañuelo verde que tapa parcialmente su rostro y a la que se conoció como "virgen abortera". Se llegó incluso a realizar una parodia de procesión recorriendo la Avenida del Libertador, en un ostensible uso ofensivo y caricaturesco de la imagen.Un grupo de ciudadanos que sienten que su derecho al libre ejercicio de su culto fue afectado por el contenido injurioso de la imagen, tan difundida y venerada en nuestro país por la grey católica, solicitó amparo judicial y acusó al Estado nacional de infringir ese derecho y otros que los asisten, al permitir y facilitar un lugar público desde el cual, sin control alguno, se agravia, lesiona o menoscaban sentimientos religiosos garantizados por nuestro ordenamiento constitucional. En un comunicado, la Conferencia Episcopal Argentina ya se había hecho eco del "dolor y la indignación" de muchos frente a agresiones que vienen teniendo lugar en distintos lugares del país desfigurando imágenes que son sagradas para los católicos.A nadie escapa que la aludida afrenta reviste adicionalmente un carácter de provocación hacia quienes consideran el aborto una violación al derecho a la vida, especialmente teniendo en cuenta que la inmaculada concepción es un dogma para la Iglesia Católica. Haberle tapado la cara con un pañuelo verde y calificarla de "virgen abortera" excede toda prudencia para enrolarse desafiante e injuriosamente en las filas de una militancia irrespetuosa del derecho de los demás. Recurrir a la vía judicial sin propiciar reacciones destempladas constituye también un comportamiento loable ante quienes permiten o ignoran aberraciones que en otras latitudes condujeron a violentos y condenables episodios.No hay dudas de que se encuentran enfrentados dos derechos fundamentales: los vinculados al ejercicio del culto sin restricciones y el respeto a las creencias religiosas, por un lado, y la libertad de expresión, que, en su más amplio sentido, abarca la creación artística, por otro. Con todo, hay límites: se puede crear sin ofender y no se debería usar una imagen venerada por muchos como vehículo para imponer una postura ideológica.El juez federal...

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