Lo objetivo - Primera parte

AutorEduardo Morón Alcain
Cargo del AutorAbogado y doctor en Derecho y Ciencias Sociales
Páginas15-40

"No existe el ser. Aunque existiera sería incomprensible y aun cuando pudiéramos conocerlo no podríamos comunicarlo "

Gorgias

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Asentamos este fragmento tan escéptico y negativo del sofista griego porque, a nuestro parecer, es una idea que de una manera u otra, en forma consciente o inconsciente, ha prevalecido en el pensamiento de muchos pensadores y filósofos de Occidente en los últimos siglos, y que sigue muy vigente en nuestra época: la negación del ser, de Dios, de la naturaleza humana y rechazo, en consecuencia, de toda forma de objetividad y, en especial, de la que es objeto de la metafísica o de cualquier forma de ontología. Y también porque se ha instalado en forma generalizada el escepticismo sobre el conocimiento, es decir, el no cognostivismo, precisamente sobre lo objetivo en especial, sobre todo lo que exceda a lo directa o indirectamente constatable por la experiencia sensible, es decir, para instalarse totalmente en esto último, que es lo fenoménico, aquello contra lo cual tenemos la idea de dirigir los capítulos primeros de este trabajo.

Lo planteado fue pensado con suficientes razones, que esas posiciones intelectuales significan la privación para el hombre de los horizontes y objetos o temas de estudio más profundos y nobles, no sólo de su razón sino también de su existencia toda, quitándole su sentido y los pilares más fundantes de su recto obrar personal y social.

Muy lejos de nuestra intención está plantear un trabajo que se ocupara sólo de una controversia opositora y, por el contrario, queremos presentar todo de manera positiva, tratando de mostrar perspectivas intelectuales Page 16 que son de siempre y, por eso, también nuevas, y que contribuyan a restaurar la moral, el derecho y la vida humana en general, sobre bases sólidas y, sobre todo, enteramente humanas y ciertas.

Sobre las acciones de los hombres en relación con su sentido y sus valores referentes a la moral y lo jurídico, son muchas las posiciones que se proponen para su estudio y seguimiento, dándose soluciones a veces muy diferentes y, otras tantas, totalmente opuestas en sus conclusiones. Son muy variados y profundos los aspectos que deben considerarse en estos temas. Nos parece que estando muy lejos de ser escépticos, sin embargo, tendremos que admitir que los problemas que nos plantean la acción y la vida humana, incluido el de la libertad con respecto al bien a realizar y el mal a evitar, como así también el de la justicia y el bien total de las sociedades, son tan gravemente importantes para las personas y generalmente intrincados que, aunque a veces trabajosamente arribemos siempre a algunas soluciones y hasta a soluciones de fondo, por lo general siempre se dará un plus ultra, un más allá inalcanzable. Sucede que son mucho más que problemas, porque por debajo de ellos hay que tratar sobre las dimensiones más hondas de la persona humana y les son por eso aplicables aquellas palabras de HERÁCLITO: "No podrás descubrir los límites del alma aunque recorras todos sus caminos, ello es debido a la profundidad de su Logos", o según otra versión: "[...] tan profundamente caló en ella el Logos"1. También es aplicable lo que SAN AGUSTÍN decía cuando se refería al abismo de la conciencia. Con profundidad Immanuel KANT nos dice con un cierto vibrar de su sentimiento, poco común en él, tan sobrio y cerebral en sus escritos: "Dos cosas llenan el ánimo de admiración y respeto, siempre nuevos y siempre crecientes cuanto más reiterada y persistentemente se ocupa de ellas la reflexión: el cielo estrellado que está sobre mí y la ley moral que hay en mí"2. Vemos aquí puestos, uno frente al otro, lo inmenso e infinito del universo en la exterioridad y de la ley moral, o de la conciencia en la interioridad.

Podemos traer igualmente sobre esto mismo, pero en clave de poesía aquello que asienta el poeta sobre la hondura inagotable del corazón humano: "Yo me he asomado a las profundas simas/ de la tierra y del cielo/ y les he visto el fin o con los ojos o con el pensamiento, Mas ¡ay! en el abismo del corazón yo me incliné por verlo, Y mi alma y mis ojos se turbaron: ¡Tan hondo era y tan negro!"3 Page 17

Es por lo anterior que traemos la consideración de la inagotabilidad de temas como el de la persona, el sentido de la existencia humana y por supuesto, el del ser y el de la existencia; y la presencia de ese Ser frente a nosotros y también en nosotros. Entendemos que no podemos convertir en simples problemas los temas y objeto de la ontología, de la antropología filosófica y otros que se refieran a la persona humana y a su obrar ético, ya que se darán siempre en ellos, planos y horizontes inexhaustos, por lo que podemos y debemos llamarlos misterios; de ninguna manera sería irracional el aceptarlos como tales y considerarlos intelectualmente, por cuya razón no debe abandonarse su investigación. Muy por el contrario, siempre nos invitan, nos llaman y nos exigen que los iluminemos, ya que mucho tienen continuamente que entregarnos. Distinguimos esto de problema y misterio en la forma que lo hiciera Gabriel MARCEL, y válido en cuanto a la queja por él hecha de que los pensamientos moderno y posmoderno (diríamos ahora después de cincuenta años de que haya sido escrito), de no aceptar el misterio, porque nos sigue diciendo también hoy que, "De una parte, este mundo está atracado de problemas, de otra, está animado de la voluntad de no dar al misterio ningún lugar"4. En cuanto no sólo a la inagotabilidad del misterio sino de toda investigación humana que parta de lo conocido o dado y se dirija a su total esclarecimiento, es aplicable aquello de PASCAL: "No me buscarías sino me hubieses ya encontrado"5, lo que tiene raíz platónica y agustiniana, y que hemos visto traer con frecuencia en la filosofía existencialista con asiento en la fenomenología.

Vale entonces ya entrar en estos temas directamente con la pregunta: ¿de dónde se obtienen los principios, las normas y las reglas del accionar humano para un vivir rectamente humano y para el orden y progreso sociales?

En el fragmento del sofista GORGIAS que se ha citado, y al que hemos hecho referencia, constatamos una actitud totalmente escéptica. Él dijo: "no existe el ser". Sobre qué quiso exactamente significar con esa frase, prescindimos ahora; pero queda ella con toda su fuerza más que negativa, nihilista que, si se sigue en la vida intelectual y práctica, nos lleva, como en cierta manera ya lo ha hecho, a terribles consecuencias para las vidas personales y sociales. Comenzaremos entonces por el ser, que es lo más universal y profundo. Page 18

A Ser y analogía del ser

Desde el comienzo del pensar filosófico en Occidente (siglo VI a.C.), hasta comienzos de la Edad Moderna, el término ser ha sido el tema principal y recurrente de la filosofía en cuanto metafísica ya que ésta, o filosofía primera como la denominaba ARISTÓTELES, lo ha tenido y lo tiene como su objeto propio; es por eso que el filósofo con una definición que ha traspasado los siglos dijo de esta ciencia : "es el estudio del ser en cuanto ser y sus atributos esenciales [...] y que busca o indaga los primeros principios y las causas más elevadas"6, definición que posteriormente adoptaron con matices en su interpretación las filosofías árabe, judía y cristiana del Medioevo y hasta hoy, en pleno siglo XXI, los que han seguido al de Estagira en estos temas.

Ha sido PARMÉNIDES el primero en emplearlo explícitamente, ón, los primeros presocráticos que usaron un término equivalente, fúsis, y también arké. Añadimos que el tema del ser es del núcleo más profundo de la filosofía que era y sigue siendo la metafísica o, si así se lo desea, la ontología, como con alguna acepción algo cambiada se la ha dado en llamar desde el siglo XVIII.

Como se habla actualmente con tanta insistencia, seguridad y convicción de esta etapa posmetafísica que vive el pensamiento filosófico de nuestros días y desde hace ya algunos siglos, o que "la metafísica tenía los días contados", diremos que, efectivamente, como hecho histórico del pensamiento en muchos sectores que ocupan cátedras importantes, esto es cierto, ha acontecido y acontece; pero no es lo plausible, no es lo que debiera haber sido. La no preocupación ni atención hacia el ser por parte de filósofos de altísima dignidad como DESCARTES, KANT, HEGEL y de los que los han seguido, como así de toda clase de empirismos, positivismos y escepticismos, no sólo ha hecho pasar a segundo plano al tema del ser sino que, como tal, pareciera haberlo hecho desaparecer. Creemos, por tanto, que se hace totalmente veraz lo que fuertemente ha señalado Martín HEIDEGGER - el gran filósofo del siglo XX-, cuando ha constatado y escrito sobre "el olvido del ser" que padece la filosofía occidental, aunque tuviéramos que corregirlo con respecto a la época tan amplia en que ubica este olvido o abandono del ser.

Éste habría de constituirse en el objeto y el principal tema y el más necesario e importante del pensamiento por los primeros principios y causas "de todo lo que de alguna manera es". Un importantísimo historiador de la filosofía, y no sólo de la medieval, y a la vez metafísico, ha asentado Page 19 sobre esta "época indigente" (según la caracterizara Karl LÖWITH) por la pérdida del horizonte del ser y todo lo que ello ha acarreado, que no hay que extrañarse por "el largo eclipse sufrido por el problema" del ser "ni porque él reaparezca en nuestros días porque el entendimiento siente que él ha perdido alguna cosa de importante y que le es necesario reencontrarlo. Nosotros vivimos quizás, uno de esos momentos privilegiados en el que después de haber perdido de vista los principios del ser, el entendimiento trabaja para redescubrirlos. Tales momentos son breves y es necesario saber...

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