Obama y la otra América

AutorMariana Foglia

La “encarnación del cambio”, el “buscador de sueños”, el hombre de los consensos”, son algunas de las etiquetas que pretenden definir al fenómeno Obama. En una de las campañas electorales más apasionantes de la historia, el triunfo de inquilino número 44 de la Casa Blanca abre una bisagra y un sinfín de interrogantes que el presidente electo se encargará de responder cuando asuma el próximo 20 de enero.

Está claro que Obama tiene por delante la osadía de tomar el timón de una nave en plena tormenta, con un capitán saliente más que desgastado y un pronóstico poco alentador. No es novedad que resucitar la economía mundial será su punto número uno de la agenda, al tiempo que oxigenar la política exterior norteamericana hacia Irak, Afganistán, Irán y el eterno conflicto árabe-israelí, serán asuntos necesariamente prioritarios apenas empiece a dar forma a tamañas expectativas mundiales sobre su próximo mandato.

Ante la compleja densidad de la agenda que lo espera, no hay dudas de que América Latina no será la primera ni la segunda prioridad del próximo presidente. No obstante Obama deberá asumir que a pesar del uso generalizado del término, “América” no es sólo Estados Unidos. Hay “otra América”- la del Sur- que también espera mucho de él, desencantada luego de años de ver la espalda de la superpotencia y esperanzada al ver de frente a un presidente negro cuyo ideales de cambio contagian ilusión en las naciones latinoamericanas. ¿Qué escenario hereda Obama en la región?

Zona postergada + giro a la izquierda: El vuelco histórico que supusieron los ataques terroristas del 11-S repercutió en la agenda externa de la administración Bush, siendo la lucha contra el terrorismo su mayor exponente. La atención sobre América Latina se fue esfumando, al punto que mientras Washington concentraba su atención en el Medio Oriente, América Latina giraba a la izquierda y otras potencias se afincaban en el área. Como consecuencia del descontento surgido por los costos sociales del modelo neoliberal aplicado en los 90, el siglo XXI se inauguró en América Latina al calor de la llegada de una ola de gobiernos capitaneados por la izquierda progresista que hicieron rendir en las urnas el discurso anti-norteamericano.

La pérdida de espacio político corrió en paralelo a una pérdida de espacio económico: la inversión directa de Estados Unidos en América Latina descendió de 30% al 20% entre 1998 y el 2007 según la CEPAL; las transferencias norteamericanas hacia la región...

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