Como si los 80 nunca se hubieran ido

Es noche de brujas y el exquisito cadáver de Charly García anda suelto por Corrientes. Y esté flaco o esté gordo, sus huesos, sus canciones, siguen allí, sosteniendo a un músico fuera de serie que en su madurez sigue buscando el camino por seguir. Anteanoche, García completó el segundo de los tres conciertos autocelebratorios con los que se encuentra festejando en público sus 60 años, un recorrido sin repetir y sin soplar por sus cuarenta años de trayectoria, que se apoya ahora más que nunca en su lírica como hilo conceptual. "No tengo agua caliente en el calefón, adoro la teletransportación", se escucha recitar con profundo dramatismo a Graciela Borges, en una suerte de cadáver exquisito armado con versos, frases de sus canciones. Esas que resuenan aquí, allá y en todas partes, que impactan por su síntesis perfecta entre poesía egomaníaca, porteñidad al palo y efecto publicitario que moldearon las cabezas de varias generaciones de argentinos, presentes el sábado en un Gran Rex colmado como si los años 80 nunca se hubieran ido para García.De hecho, de esa década fueron la mayoría de los temas elegidos para este segundo acto: de "Pasajera en trance", "Rezo por vos" y "Yendo de la cama al living" a "Fantasy", "Alicia en el país" y "No soy un extraño". Un repertorio tan vasto como indomable, interpretado por una banda que trabaja de intérprete y que recorre la discografía de García con arreglos pop y dispares resultados a la hora de la repetición. De Sui Géneris a Serú Girán, y de Tango a Say No More , encarnación de la que sólo se escuchó "Influencia", de la que ahora García se apoderó por completo ("la primera parte no es mía", dijo de su versión del tema de Todd Rundgren). "En el fondo de mí veo...

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