Nunca es tarde para Moscú feliz

Gran entendedor en las dos materias -el alcohol y la literatura-, Kingsley Amis dijo alguna vez que para pasar una resaca no había nada mejor que leer Un día en la vida de Iván Denísovich . La novela de Alexandr Solzhenitsyn que transcurría en los campos soviéticos permitía darse cuenta, decía el escritor inglés, que algunos habían pasado por instancias mucho más difíciles de las que les tocarían a uno alguna vez. Los rusos enseñaban, sino a transitar la tragedia con alegría, al menos a evitar caer en la autocompasión.

Amis escribió aquello en plena Guerra Fría, con Archipiélago Gulag -otro libro de Solzhenitsyn- a la vuelta de la esquina. Hoy la mayor parte de la literatura de tiempos soviéticos que seguimos leyendo tiene efectos terapéuticos adicionales. Vida y destino , de Vassili Grossman , no deja de transmitir el peso opresivo de la historia, pero El maestro y Margarita se lee como una...

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