Nunca debemos subestimar el poder de la negación

Comentamos los resultados de la encuesta. Alguien tiene la rara sensación de que buena parte de los resultados, de algún modo, ya se conocían. Como si el violento panorama de injusticia que revelan los datos, por doloroso que sea, no trajera tanta novedad.

Quién no conoce un caso relativamente cercano de violación. Quién no tiene una hermana, una sobrina, una hija; quién no las escuchó hablar de esas situaciones incómodas en la calle, en el colectivo, que sobre todo a cierta edad se vuelven tan frecuentes. Quién no ve televisión, el reino de la mujer objeto, usina de un ideal de femineidad que atrasa décadas. Quién no se da cuenta de que el cuerpo de la mujer es objeto de comentarios -está más gorda o más flaca, más linda o más fea, tiene buenas piernas, tiene celulitis o panza; es una trola- que raramente se hacen sobre el cuerpo de un hombre. Quién no ve que, en general, para retirar la mesa servida nos levantamos nosotras. Basta con prestar un poco de atención, basta con no hacerse los distraídos, basta con preguntar y observar en el entorno de uno -amigos, familia, trabajo- para enterarse.

Pero ocurre que no siempre queremos saber. Mejor poner en duda a quien lo cuenta: che, no es para tanto (las mujeres somos tan exageradas). "Nunca subestimes el poder de la negación", decía un personaje de Belleza...

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