El nuevo disco del Indio Solari: el cantante retoma la mística ricotera

"Cuando ya abandone mi nombre a merced de miserables, ay, ay, tal será mi vergüenza que mandaré a mi fantasma a librarme de ellos...". Así comienza la historia del nuevo disco de , en el que conviven las fiestas de bares, las canciones con estribillo pop,y a poco más de un año de Olavarría, de las multitudes y el escarnio público, entrega un disco que parece construido más como un escultor que se dedica por años a quitar y pulir lo que sobra de la piedra, que como aquel científico encerrado en su Luzbola, sumando sonidos, texturas, cámaras y reverberaciones a cada uno de sus temas que ya parecía fijarse en la imaginería del Indio del siglo XXI.. El riff desafiante, peleador y veloz sobre aquella advertencia poética es apenas la apertura de una obra luminosa, de guitarras al frente y melodías dominando el swing, con giros estilísticos en canciones como "Ostende Hotel" y un compendio de las influencias culturales que ha mamado Solari desde su infancia hasta la juventud. Desde sus padres, inmortalizados con elegancia en la portada del álbum, hasta esos hombres y mujeres que aparecen con fotografías incluidas en el arte del disco, como pueden ser Luis Buñuel, Herzog, Kurosawa, Wagner, John Lennon, Bob Dylan, Chet Baker, Frank Zappa, John Steinbeck, Bukowski, Hugo Pratt y Eva Perón, entre otros a los que el Indio honra explícitamente. Pero en ese juego también resuenan en El ruiseñor, el amor y la muerte influencias sin rostro, como la de Joan Manuel Serrat o incluso la de un Ramón Ortega escuchado de costado mientras hacía su propia revolución y que se le escapa en una canción como "El tío Alberto en el día de la bicicleta", dedicada Albert Hoffman, impulsor del uso de LSD.Por casi una hora repartida en quince canciones, Solari devela su plan crooner argentino aquí y allá, con la serenidad y la confianza de una gola a la que le ha dedicado una vida. "Me amaste mucho, poco tiempo y ves tu suerte te abandonó. Qué rosa oscura vive y florece en los pantanos. Será que ya no puedo bailar el ritual simple y gris de un soñador... El dolor más puro es el de haber sido tan feliz", canta a sus 69 años.. Y esa parece ser la síntesis compositiva que lo acompañó en la última década.Un disco que puede incluir un tema como "El callejón de los milagros", en el que los aplausos, el silbato, las risas y el espíritu de fonda, de pub de otro tiempo y otro lugar se acomoda con gracia antes del romance de "El ruiseñor, el amor y la muerte", que da nombre al disco y...

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