El nuevo tiburón blanco del peronismo

En una rara tarde de invierno, luego de la resaca del triunfo del 54% y en pleno duelo por la muerte de su esposo, Cristina Kirchner recibió en la Casa Rosada a un viejo compañero de ruta y estuvo un largo rato hablando de Néstor. El ex ministro nunca fue amigo de la pareja presidencial. Tuvo, incluso, algunos roces en el ejercicio de la función pública, pero amnistió para ser amnistiado, para seguir adelante y para no sacar los pies del plato. A Cristina se le llenaron los ojos de lágrimas recordando las luchas políticas, y en un momento dado se recompuso y le confesó, con firmeza: "Mirá, hay tres personas con las que no hay arreglo ni retorno. Magnetto, Alberto y Massa". El ex ministro se quedó helado frente a aquella aseveración vengativa. El odio por Héctor Magnetto no necesitaba explicación, y la bronca con Alberto Fernández, su antiguo hombre de confianza, era claramente producto del despecho. Pero, ¿qué había hecho Sergio Massa para merecer un lugar central en ese exclusivo podio de la inquina? El ex ministro no se atrevió a preguntar. Tal vez fueran sus famosas y desmentidas críticas a Néstor ("psicópata", "perverso" y "cobarde") reveladas por WikiLeaks. O los recurrentes dichos del ex presidente, quien secretamente reconocía en Massa la peligrosidad, la capacidad de gestión y traición, y la sed de poder que él mismo llevaba en la sangre. Y que todo líder peronista tiene.El alcalde de Tigre acaba de producir un cataclismo en la política argentina. Su electrizante postulación, que es un desafío a la hegemonía de la Presidenta, puso a tirios y troyanos en estado de alerta, nerviosismo y confusión. Massa se presentó con un nuevo partido, que cita y homenajea a la vieja "renovación peronista" y que implícitamente quiere dar por terminado el ciclo del Frente para la Victoria. Les propone a los peronistas, puertas adentro, reemplazar al caudillo endogámico que los está llevando a sucesivas derrotas políticas, y le sugiere a la sociedad, puertas afuera, que no se vence a Cristina desde el antikirchnerismo puro, sino desde un poskirchnerismo que reconozca lo positivo, elimine lo tóxico y proponga un futuro unificador que cierre la grieta. Massa se encuentra, por ahora, al tope de las encuestas en la provincia de Buenos Aires, y su lema es "no estamos en Bagdad ni en Disneylandia". La mitad de la gente que lo votaría, según muestran esos sondeos, está conforme con muchas cosas del kirchnerismo y la otra mitad está abiertamente en contra. Pero ambas parecen...

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