Otro nuevo año bajo el signo de la imprevisibilidad

Sesión de Diputados por el Presupuesto 2022

Cada año comienza con la genuina esperanza de que sea mejor que el anterior, aunque en la Argentina esta tradición pasó a ser sólo una expresión de deseos desde mucho antes de la pandemia. Como las sucesivas mutaciones del Covid, la corporación política no deja de provocar sorpresas inquietantes que acentúan el deterioro institucional, la desconfianza en el futuro económico y auguran un 2022 imprevisible.

La palabra está tanto o más devaluada que la moneda. No se trata ya de que el relato oficial siga alejándose de la realidad, sin hacerse responsable de la inflación de 50% anual y su correlato de mayor pobreza. O que festeje ahora la recuperación del PBI en 2021 (equivalente al desplome de 2020) para volver a los niveles de 2019, que el propio Gobierno calificaba entonces como "tierra arrasada".

El problema es que la devaluación de la palabra, tanto en el oficialismo como en parte de la oposición, también se está traduciendo en hechos que nada tienen que ver con los problemas reales -cotidianos y/o crónicos- de quienes votaron el 14 de noviembre. Y que no pocos políticos ya estén pensando en las elecciones de 2023, sin tener idea de qué ocurrirá con la economía en los próximos meses.

En los 21 días transcurridos desde el recambio legislativo de diciembre, ya se produjeron varios retrocesos institucionales que impactan sobre el futuro económico.

En el Congreso, el Frente de Todos logró imponer dos nuevos "impuestazos", pese al compromiso de la oposición de votarlos en contra, pero sin contar previamente con cuántos diputados lo harían.

Las subas de alícuotas de Bienes Personales, disfrazadas con el demorado aumento e indexación del mínimo no imponible (congelado desde 2019), pueden resultar confiscatorias en muchos casos y dar lugar a amparos judiciales, incluso por su posterior sanción irregular en el Senado sin respetar el reglamento del quórum. El IBP, nacido hace 30 años como impuesto a la riqueza con un piso equivalente a 100.000 dólares, hoy sólo alcanza a los contribuyentes "no pobres". También corrobora que los gravámenes de emergencia siempre llegan para quedarse.

A esto se suma que las provincias tendrán más margen para aumentar Ingresos Brutos sobre los sectores productivos, que no sólo se trasladará a precios, sino que afectará la competitividad de muchas actividades. Además, el nuevo y sorpresivo Consenso Fiscal (el tercero en cuatro años) suscripto con 20 gobernadores oficialistas y...

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