Nuevas líderes, nuevos desafíos

"Mamá es mejor mamá cuando se va a trabajar y vuelve." Ésa es la frase de cabecera que Mariela Arce (39), gerenta de Marketing de Microsoft Argentina, les dice a diario a los ¡5! chicos con los que convive (3 hijos propios, 2 del marido). No es una verdad de Perogrullo: lo siente de verdad. Tanto ella como las otras cinco mujeres del equipo, tres de las cuales son madres de niños de 0 a 3 años.No es Microsoft el único caso de empresa cuyo staff directivo está conformado en un 50% por mujeres, contando, además, con una CEO: Fabricia Degiovanni. Y los puestos de liderazgo femenino tampoco son privativos de multinacionales: emprendedoras locales dan muestras de cómo una pyme pequeña y autogestionada puede derivar en un negocio grande y más que rentable. En otras palabras: que una mujer ocupe un puesto de poder ya no parecería estar en el centro de la discusión y es, de hecho, cada vez más común. La pregunta, entonces, es cómo se ejerce ese liderazgo y qué grietas empezaron a surgir dentro del colectivo femenino de un tiempo a esta parte. La polémica está en el aire: si hace unos meses Marissa Mayer, CEO de Yahoo, encendió la mecha regresando al trabajo apenas dos semanas después de haber parido (y prohibiendo el teletrabajo en la empresa, poco tiempo después); Sheryl Sandberg, directora operativa de Facebook, redobla ahora la apuesta con su libro, una suerte de (involuntario) manifiesto feminista llamado Lean In , algo así como Vayamos adelante . ¿Qué sostiene? Básicamente, que a estas alturas del partido el famoso "techo de cristal" ha sido reemplazado por un "techo de cemento": ya no se trata de las instituciones externas, sino que son las mujeres mismas las que limitan su crecimiento, dice Sandberg. Ellas se autoimponen barreras y resignan carrera laboral en pos de la familia, aun cuando eso no sería, desde su óptica, necesario. Mientras la revista Time le dedicó una reciente portada bajo el título "No la odien porque es exitosa", su opinión acerca de su colega de Yahoo es clara: "Nadie sabe lo que pasa ahí, hay trabajos superflexibles y trabajos que no", declaró.De más está decir que la polvareda no tardó en levantarse. Muchas feministas radicales aseguran que el ejemplo de Mayer significa un retroceso en las conquistas obtenidas, y muchas otras se pararon en la vereda opuesta de Sandberg argumentando que ella culpabiliza a las víctimas y que su posición es demasiado cómoda, ya que cuenta con el combo de puesto jerárquico + licenciaturas en Harvard...

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