Nueva York: el hotel de Bob Dylan y Mark Twain que ahora es un campo de batalla

Hoy no sería posible pasear despreocupado por elDurante la última década, el hotel residencia en West 23rd Street, un indiscutible ícono de Nueva York, ha estado suspendido en un estado lúgubre de construcción sin fin, con un elenco rotativo de desarrolladores que luchan por convertir este edificio legendario en un hotel boutique de lujo.Incluso cuando la pandemia diezmó la economía de la ciudad, cerrando decenas de hoteles, restaurantes y tiendas, y dejando a decenas de miles de neoyorquinos sin poder pagar el alquiler, los 12 pisos del Chelsea siguen existiendo en un mundo en sí mismo, uno que parece albergarLa historia de la renovación de este hito gótico victoriano del siglo XIX (y la antigua casa dePero no todos los inquilinos se oponen al plan actual; en este punto, a la mayoría de ellos les gustaría que esto se terminara. "Esto ya es un clásico del Chelsea", dijo Samuel J. Himmelstein, un abogado de Manhattan que representa a la asociación de inquilinos del Hotel Chelsea, una facción de residentes a quienes les gustaría ver el trabajo terminado y el hotel abierto. "Todo lo que rodea al Chelsea es un gran drama".El último giro de la trama se produjo en enero, cuando la ciudad abandonó una larga investigación por amedrentamiento a inquilinos, la cual había detenido la construcción durante dos años y medio. Una vez eliminado ese obstáculo, los propietarios del Chelsea, Ira Drukier, Richard Born y Sean MacPherson, conocidos por sus hoteles boutique de moda como el Ludlow, el Maritime y el Bowery, reanudaron el trabajo. Planean abrir el Chelsea a finales de año.Esta noticia, sin embargo, no ha disuadido a un puñado de inquilinos que dicen que las condiciones de vida se han deteriorado desde que se reiniciaron las obras y que están dispuestos a seguir dando pelea todo el tiempo que sea necesario. "Persistiremos", dijo Debbie Martin, de 61 años, quien reside allí desde hace mucho tiempo.Un poderoso trozo de papelLos últimos años de la saga del Chelsea Hotel han sido particularmente desconcertantes. En 2018, después de recibir una consulta de inquilinos, el Departamento de Preservación y Desarrollo de Vivienda de la ciudad determinó que el hotel necesitaba lo que se conoce como una Certificación de No Amedrentamiento, una aprobación que los desarrolladores deben obtener para renovar algunos tipos de edificios ocupados por inquilinos.Según el desarrollador, la demanda retrasó la construcción durante más de dos años, costó casi US$30 millones y dejó a los inquilinos viviendo en una obra en construcción, congelados en el tiempo.Se emitió una orden de suspensión del trabajo y una investigación encontró evidencia de presión a inquilinos, lo que provocó una seguidilla de audiencias que se prolongó hasta fines de diciembre. Fue entonces cuando los desarrolladores revelaron inesperadamente un documento que habían encontrado en los archivos de la ciudad que eximía al hotel de necesitar la certificación. Días después, el Departamento abandonó el caso.Inquilinos como la Sra. Martin, que apoyaron la investigación, quedaron atónitos. "Una agencia que supuestamente nos protegerá del acoso abandonó el caso justo al final del...

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