Por una nueva literatura romántica

De Roberto Bolaño, acaba de aparecer "A la intemperie" (Alfaguara), libro que reúne sus notas de prensa, discursos y conferencias de 1975 a 2003, año de su muerte

Llegué tarde a Bolaño , es decir, empecé a leerlo cuando el pobre Roberto llevaba tres o cuatro años muerto y sus cenizas se habían integrado definitivamente a las azules aguas del Mediterráneo. Llegué tarde pero eso no morigeró el impacto: primero fue Estrella distante , después los cuentos de Llamadas telefónicas y recién entonces Los detectives salvajes , la última gran novela latinoamericana del siglo XX. Descubrir el universo Bolaño tuvo el mismo efecto inaugural que leer por primera vez a Borges, a Cortázar, a Onetti, a García Márquez .

Luego se cometieron los abusos de los que suelen ser víctimas los autores exitosos que se mueren temprano, y se publicó hasta su lista de compras del supermercado. Entonces, muchos lectores nos distanciamos de su obra con algo de pena. Pero Bolaño no tenía la culpa: el exceso de papeles desenterrados, muchos de ellos sin interés, no logró opacar una de las obras más vitales de la literatura contemporánea. Porque cuando uno lee a Bolaño no solo quiere seguir leyendo: también dan ganas de ponerse a escribir, e incluso de salir de viaje por el mundo en busca de aventuras nuevas y poetas secretos. ¿Qué otro autor convoca esas fuerzas hoy, qué otro permite ser disfrutado por lectores y escritores al mismo tiempo?

Acaba de aparecer A la intemperie (Alfaguara), libro que reúne sus notas de prensa, discursos y conferencias de 1975 a 2003, año de su muerte. Se trata de una edición ampliada de aquel volumen titulado Entre paréntesis , con un orden cronológico claro y algunas imágenes facsimilares que le dan a la colección un aire definitivo, que invita a reencontrarse con el Bolaño columnista y polemista; es decir con el Bolaño lector, ese que trazaba fronteras literarias a golpes de hacha e ironía. Ahí están el luminoso "Discurso de Caracas" y el ominoso "Derivas de la pesada" (donde Bolaño lee la literatura argentina con la lucidez que solo puede tener alguien que no es argentino), y también el crepuscular e incompleto "Sevilla me mata", escrito pocos días antes de su muerte...

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