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Falta menos de un mes para que el auditorio principal del Palacio de los Congresos de Cannes vuelva a llenarse de gente dispuesta a escuchar una vez más a Virginia Mouseler. Esta francesa vivaz, inquieta, cordialísima y llena de curiosidad, que se graduó en Psicología y pilotea aviones de pequeño porte en sus ratos libres, es una de las grandes protagonistas del máximo encuentro de la industria de la televisión, el Mipcom, que este año cumple 30 años. Allí, en su condición de fundadora y máxima responsable de The Wit (una entidad consagrada a la investigación de medios con sede en Ginebra), presenta ante una platea de directivos, analistas, compradores, vendedores y medios especializados todo lo nuevo que en materia de formatos, programas e ideas ofrece la televisión de todo el mundo.Antes de ratificar su poder de convocatoria en Mipcom 2014, Mouseler pasó por Buenos Aires, invitada por la Cámara Argentina de Productoras Independientes de Televisión (Capit), a partir de la iniciativa de una de sus integrantes, Celina Amadeo. Disertó ante 200 especialistas locales, conversó con estudiantes, recorrió los estudios de Telefé y Pol-ka, presenció en vivo en Ideas del Sur una emisión de ShowMatch, y finalmente dejó ante LA NACION algunas sugestivas definiciones sobre la identidad actual y futura de la televisión.La materia del análisis de Mouseler es el contenido. No habla de las segundas pantallas ni de la Web como posible sustituto futuro de la TV tal como la entendemos, a menos que tengan algo para aportar en relación con lo que le interesa estudiar. ¿Cuál sería, entonces, la receta de Mouseler para que un programa sea exitoso? No habría que buscar el impacto, ni explorar fórmulas revolucionarias, ni pensar en una idea 100% novedosa porque es muy probable que el público no esté preparado ni dispuesto para recibir algo así. "Un programa exitoso es el que toma aquello que ya se conoce y lo mejora con un toque distinto, original. Nuevas miradas, ángulos diferentes. El mayor esfuerzo creativo de los programadores hoy consiste en encontrar ese twist que marque la diferencia", responde.Esa búsqueda debería evitar matices ofensivos, desagradables o incómodos. "Pensemos, por ejemplo, que en un país tan poderoso como Alemania el público de los principales canales tiene un promedio de edad de 65 años. Ante la encrucijada de atraer a un público más joven con más transgresión, algo improbable, y perder al público mayoritario de más edad, algo probable, los...

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