Nota preliminar de la primera edición

AutorJorge Horacio Gentile
Páginas13-17

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En el siglo que termina, los argentinos hemos mantenido una relación de fidelidad y de infidelidad con la Constitución, como la que el pueblo hebreo tuvo con Jehová después del éxodo de Egipto. Muchas veces abjuramos de nuestra Ley Fundamental, toleramos el derrocamiento de gobiernos elegidos por el pueblo, la disolución de los parlamentos y nos arrodillamos idólatramente ante los gobiernos militares. A los hombres de derecho les cabe responsabilidad por ello ya que hubo complicidad, colaboracionismo y defecciones. Fueron abogados quienes redactaron acordadas, como las de la Corte de 1930 y 1943, reconociendo gobiernos de facto. Hubo jueces que juraron por el "estatuto" y avalaron los actos de estos gobiernos con decisiones tolerantes que conformaron jurisprudencia, aunque de ellos resultaran graves violaciones a los derechos humanos. Hubo juristas y profesores que desde la doctrina y la cátedra, cuando no desde la función pública, apoyaron y consintieron estas iniquidades. Hoy, por suerte, vivimos una nueva etapa, en la que debemos reconocer errores y disculparnos por los cometidos, en la que como sociedad nos hemos reconciliado con la Constitución y la democracia, aunque en los últimos tiempos hemos comenzado peligrosamente a descreer de los dirigentes y las instituciones, especialmente de la Justicia y del Congreso. Page 14

Este libro pretende: reivindicar a los órganos parlamentarios argentinos, instituciones que fueron severamente castigadas durante los gobiernos autoritarios, que en este siglo los clausuraron -como computa Carlos María Bidegain- durante 23 años, 2 meses y 18 días, mientras usurpaban al Ejecutivo y sometían al Judicial; y resaltar la importancia que a los mismos les dieron los constituyentes. Estos últimos les dedicaron 43 de los 129 artículos de la Constitución, nada menos que el 33% de la misma, y tomando de la teoría de la división de poderes de Montesquieu -como lo hizo también su antecedente, la Constitución Norteamericana- llamaron al Congreso Nacional: Poder Legislativo, y lo ubicaron antes que al Ejecutivo y Judicial dentro de su texto, aunque su presupuesto, el número de sus empleados y su infraestructura administrativa y física no tenga relación con las del Ejecutivo ni con su jerarquía funcional (en el Presupuesto General de la Nación de 1995 el del Congreso es de sólo el 1, 07% del total del mismo).

Las instituciones -como bien decía el presidente Arturo Umberto Illia- "son impersonales y no...

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