La norma K: no resolver los problemas, subsidiarlos

Cristina Kirchner inició su primera presidencia con una protesta masiva de productores y es posible que se despida con un conflicto agrario de dimensiones difíciles hoy de predecir. Hay una cronología similar entre el principio y el final de esta relación que nació malparida y todo indica que terminará aún peor. A tres meses de asumir, el 11 de marzo de 2008, después de dos días de protestas por la prohibición de exportar trigo, su ministro de Economía Martín Lousteau anuncia el nuevo esquema de retenciones móviles para las exportaciones de granos. Al otro día, la Mesa de Enlace lanza el primer paro contra el Gobierno. Le siguieron 127 días que tuvieron en vilo al país.

Ahora, cuando faltan cinco meses de entregar el bastón de mando, Cristina Kirchner se encuentra con la multitudinaria demostración que realizaron ayer productores movilizados en más de 40 asambleas a lo largo de la pampa húmeda y el norte del país. Si se mantiene la efervescencia, la jornada que tuvo como consigna "No maten al campo" será sólo el primer paso de una oleada de actos de protesta en los que no se descartan los cortes de ruta y paros extendidos de comercialización.

La historia se repite, pero queda sin resolver. A lo largo de estos años, el Gobierno, que se ufana diariamente de su empeño por la gestión, demostró una seria incapacidad por solucionar los problemas.

En primer lugar, por la desmesurada carga ideológica que le imprimió a la relación con las entidades del campo dinamitó cualquier canal de diálogo donde discutir los reclamos y encontrar las soluciones. Y se sabe: sin válvulas de escape cualquier olla explota por la presión. Ayer los productores, profesionales y también comerciantes de pequeñas localidades que se movilizaron al lado de las rutas lo hicieron porque no tienen otro mecanismo para hacerse oír. No hay duda de que en lugar de gritar arriba de una tribuna improvisada para confesar casi llorando que están fundidos y con un futuro incierto hubieran preferido desde un principio las comodidades del salón Gris del Ministerio de Agricultura para tener una discusión civilizada.

Pero el malestar de los productores no sólo se alimenta por no ser escuchados, sino porque se encuentran con un gobierno que niega de plano las dos grandes causas que, a pesar de lo que afirme el ministro de Economía, Axel Kicillof, afectan la competitividad de todas las actividades en forma transversal: la...

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