Nocioni: el hombre que merece la estatua

RÍO DE JANEIRO.- El desgaste que le provocó la dura partida de ajedrez frente a Lituania le dejó secuelas imposibles de disimular a sus 36 años. Las mentales, como la bronca que le generó haber fallado tanto ante los europeos, y las físicas. "Manu me decía: 'levantate, morsa'. Ayer me la pasé todo el día en la cama", revela. Pero sabe que el básquetbol es así, que exige en el día por día y que todos cuentan con el mismo tiempo de descanso. Por eso celebra su actuación contra Brasil, en un clásico que la Argentina ganó por 111-107 y que tuvo todos los condimentos. "Me focalicé en dejar atrás lo del otro día y metí más que lo normal", aclara. Fueron 37 puntos -igualó una marca de Luis Scola frente a Rusia en Pekín 2008- y 11 rebotes. Pero el triple que estará en el compendio de las mejores jugadas de estos Juegos Olímpicos será el del empate que forzó el tiempo suplementario. La pelota que cambió el rumbo del clásico y desplomó anímicamente al rival.

"Me puse nervioso el otro día porque no tuve un buen partido y no entraron las pelotas que tenían que entrar. No estamos sobrados de personal como para dar esas ventajas", comenta. Y le da un valor extra al éxito ante el dueño de casa: "El triunfo fue emocionante porque esto no sólo sirve para lo numérico, sino también para lo espiritual. Nos sentimos muy orgullosos por lo que hicimos. Era un partido clave, era el partido que teníamos que ganar. Vinimos a ganar tres partidos y lo conseguimos".

"Cuando Brasil nos sacó una diferencia grande podríamos haber tirado la toalla, bajar los brazos. Pero seguimos luchando. Cuando uno sigue...

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