La noche más exclusiva. Le Club Punta del Este, el lugar donde había que estar en los veranos de los años ochenta

El campeón de Fórmula 1 Niki Lauda junto a Miguel Shapire, en Le Club Punta del Este

Hubo una época en la que todo pasaba en la parada 14 de la Brava. La noche arrancaba en el Casino de San Rafael, cita obligada para todo aquel que quería ser visto. Y la diversión seguía en Le Club, la exclusiva boîte -como se le decía entonces- que trasladó más allá del charco el éxito de su hermana mayor argentina que estaba en la esquina de las porteñas avenida Quintana y Parera .

Le Club ya era lo más exclusivo de la noche y una vez que desembarcó en Punta del Este, la aceptación del público fue inmediata y era el lugar donde había que estar . A toda hora, las propuestas se sucedían: disco de noche y, el resto de las horas, parador con canchas de paddle y club de backgammon. Además, torneos de polo, regatas y el célebre concurso de belleza, que fue mucho más que eso y que marcaba un hito cada temporada. Desde fines de la década del 70 hasta mediados de los 80 Le Club Punta del Este marcó la agenda de cada verano .

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"Todo se organizaba de manera que se mezclaran cultura y alta calidad. Nosotros acá y en Uruguay teníamos de chefs al Gato Dumas o a Jean Paul Bondoux, de La Bourgogne. Éramos parte de la cadena de Régine Zylberberg -empresaria de discotecas de origen francés, que en Buenos Aires había tenido un local llamado Régine’s-. De la cadena, yo recorrí dieciocho establecimientos y, junto con Mónaco, éramos uno de los más prolijos del mundo", cuenta a LA NACIÓN revista Miguel Schapire, uno de sus dueños, alma máter y jefe indiscutido .

En ese entonces, entre las doce de la noche y la una de la madrugada, había mil amigos de Le Club que cruzaban la avenida, desde el Casino, para colmar los mil a mil quinientos espacios de capacidad que, sin dudas, se llenaban cada noche de enero o de febrero. "Era muy difícil regular eso en la alta calidad, en un orden de educación, de respeto. Nosotros, pienso que éramos uno de los pocos establecimientos que lo lográbamos", asegura Schapire.

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Le Club funcionó como un club. "Por eso se llamó Le Club", acota Schapire. Y por eso tenía impregnado el concepto de pertenencia o de membresía, y se cuidó siempre la identidad del lugar . Y el no "ser invadidos". "No nos interesaba crear ningún producto masivo ni la explotación desmedida de la relación que nosotros teníamos con los que eran nuestros amigos o nuestros asociados. Siempre se cuidó muchísimo eso", afirma.

Con su respaldo internacional, Le Club Punta del Este rápidamente recibió el apoyo de habitués del balneario y de quienes vivían allí todo el año. Con ellos, Miguel Schapire armó, año tras año, agendas que sacudieron los veranos y que convocaban personajes, incluso, del exterior, como Rod Stewart, Niki Lauda o Joan Manuel Serrat. "Fue un placer poder trabajar y dialogar con mucha gente que nos apoyó, el príncipe Rodrigo d’Arenberg, por ejemplo. Era un playboy muy conocido. El contrató actrices europeas. En esa época...

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