'No me verán temblar': los sucesos del día que el rey Carlos I de Inglaterra fue decapitado

Triple retrato de Carlos I por Anton van Dyck (1635)

La mañana del 30 de enero de 1649 el rey Carlos I de Inglaterra, después de pocas horas de sueño, se vistió con la asistencia de su ayuda de cámara. Lo hizo lentamente. Ese día sería decapitado, acusado de traición a la patria que hasta pocos meses antes él regía.

En la batalla de Naseby (1645) los caballeros monárquicos fueron derrotados por las tropas de Oliver Cromwell, el dirigente puritano jefe del ejército que respondía al Parlamento. Carlos I intentó refugiarse en Escocia, pero sus aliados lo entregaron a los parlamentarios. El rey fue juzgado por la Corte de Justicia. Si bien la mayoría de los parlamentarios no querían condenar al rey, el ala más radicalizada, encabezada por el mismo Cromwell, destituyó a los moderados e impuso a 59 puritanos que votaron por la condena del monarca. La corte lo declaró culpable de abuso "de poder ilimitado y tiránico para gobernar a su antojo, menoscabando los derechos y libertades de las personas". Carlos jamás se intimidó y rechazó la acusación, "ya que ninguna corte tiene jurisdicción ante un monarca". Y, aunque los jueces sostenían que "no hay hombre sobre la ley", le pidieron al rey que solicitara el perdón para atenuar la condena, pero Carlos perseveró en su posición. Finalmente, fue condenado a morir decapitado.

Cómo hacia 15 meses que no veía a sus hijos, le fue permitido al rey que pasase sus últimas horas con sus dos hijos menores. Carlos, el príncipe de Gales, había sido enviado a Francia para evitar su captura, pero sus hermanos habían quedado en Inglaterra. A Isabel, de 14 años, el rey le recomendó permanecer fiel a "la verdadera religión protestante" y a su hijo Enrique, de solo diez, le encomendó que jamás permitiese ser ungido rey por el Parlamento ya que sospechaba que podría ser manejado como un monarca títere de los parlamentarios.

Entre Isabel y Enrique, el rey dividió las joyas que aún tenía en su haber y pasó el resto del tiempo orando junto al obispo William Juxon.

El rey Carlos I de Inglaterra fue decapitado el 30 de enero de 1649

El 30 de enero se despertó temprano, después de una mala noche de sueño. Al vestirse pidió a su asistente que le pusiese dos camisas porque el clima estaba frío y así evitaría que los espectadores de la ejecución pensasen que tenía miedo. "No me verán temblar", fue la frase que dejó para la posteridad.

Desde el patíbulo, Carlos se dirigió a los presentes: "Debo decirles que la libertad consiste en...

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