Para el que no sabe adónde va, no hay vientos favorables

De un lado, con las elecciones del 23 de octubre, la Presidenta ha obtenido un poder incontrastable, sólo comparable en la Argentina moderna al que tuvo Juan Domingo Perón. Del otro lado, Cristina no ha dado hasta ahora ninguna señal definida acerca de lo que piensa hacer con su inmenso capital político. Esta es la paradoja entre el poder y el saber que revolotea sobre todos los argentinos. ¿Podría ser que, abrumada por el impacto de su espectacular victoria, a Cristina aún le cueste asimilarla? Si el contraste entre el poder y el saber qué hacer con él se prolongara ad infinítum , a la Presidenta se le podría aplicar esta célebre frase del filósofo estoico Lucio Séneca (4 a.C. - 65 d.C.): "Para el navegante que no sabe adónde va, nunca hay vientos favorables". Pero esto no tiene por qué ser así, porque la Presidenta, al acumular más de la mitad de los votos, ha demostrado una gran habilidad política, mayor aún que la de Néstor Kirchner, cuyo caudal electoral nunca sobrepasó el 30 por ciento. A la vista de las medidas contradictorias que ella ha auspiciado hasta ahora, ¿no podría afirmarse entonces que sólo estamos asistiendo a las "dudas transitorias" de Cristina sobre el destino que le dará a su preeminencia, dudas que, con el tiempo, se irán aclarando?Pero estas "dudas" que podrían adjudicarse a Cristina, ¿son "de ella" o sólo son "de nosotros", los que la estamos observando? Esta pregunta es válida porque, como acaba de observarlo Beatriz Sarlo en La Nacion de anteayer en un artículo titulado "El secreto del poder" , la Presidenta ha hecho del secreto un arma que vino a reforzar aún más el poder adquirido en las elecciones. Aun cuando Cristina ya sepa lo que va a hacer con su inmenso poder, ¿quiénes lo saben fuera de ella? ¿Quiénes son, si los hay, los receptores de sus confidencias?ContradiccionesDesde hace un mes, cuando ganó las elecciones, la Presidenta ha amparado tres grandes decisiones. Una, el intento de controlar coactivamente el mercado de cambios. Otra, el sostén de la conducción actual de Aerolíneas Argentinas. La tercera, la revisión "hacia abajo" de los subsidios estatales. Lo que dificulta aún más las conjeturas que se tejen en torno de estas decisiones es que son contradictorias entre sí. Cada decisión del Estado puede ser, en este sentido, racional o irracional y, también, popular o impopular . La decisión de llevar el intervencionismo oficial hasta el extremo en el mercado de cambios es, a la vez, irracional e impopular...

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