'No rompan nada', el plan en marcha del oficialismo

El oficialismo tiene hoy un objetivo urgente y superior para el que ya ha puesto a funcionar a pleno su superestructura. Las elecciones de medio término son su norte absoluto. Para eso adoptó una iniciativa sencilla de definir, de comunicar y de percibir, aunque la ejecución sea más compleja. Se trata del " plan no rompan nada".

Todo terminó por consagrarse el lunes pasado en La Plata, durante la última reunión del flamante centro de gravedad oficialista. Allí, además del anfitrión Axel Kicillof , y los habitués Máximo Kirchner, Wado de Pedro y Sergio Massa , concurrió el jefe de gabinete de la Nación, Santiago Cafiero . Todo un gesto (o una admisión).

Lo que allí se resolvió podría parecer para los ciudadanos comunes casi una frivolidad en medio de sus padecimientos y angustias sin fin, pero prefigura el perfil de la acción gubernamental y política del oficialismo. Tanto como moldeará la oferta electoral de parte del espacio hoy dominante en la política nacional y bonaerense. Cualquier alteración o no del statu quo dependerá de ello.

La constitución de un comando unificado de campaña , que es lo que se definió en esa mesa, es casi un clásico de los oficialismos en tiempos electorales. Sin embargo, por origen de la definición y por constitución del grupo impulsor y ejecutor, encierra toda una novedad. Quedó plasmado que la centralidad no está en la Casa Rosada ni en la quinta de Olivos, confinada a gestionar urgencias internas y externas que impone la administración del gobierno . La estrategia política y electoral se propone exceder (o disimular) largamente todo lo que representa la gestión de Alberto Fernández. O, al menos, sacarla del foco de la demanda.

Eludir el plebiscito

En el fondo lo que el poder real oficialista se propone es eludir o atenuar lo que las elecciones intermedias siempre encierran: un plebiscito sobre los primeros dos años de la administración. La de Fernández no ofrece atributos ni logros como para ponerla a prueba sin más .

El estado de ánimo de la opinión pública, la baja calificación asignada al Gobierno por todos los sondeos y la imagen descendente del propio Presidente son elocuentes. A eso se agrega la caída abrupta de las expectativas de la sociedad. Es una de las curvas más aplanadas por la pandemia. Los números que manejan en el oficialismo no difieren de los que recibe la oposición, salvo matices que no hacen al fondo.

Ante esos indicadores, para intentar afrontar con éxito el proceso electoral en el...

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