Que no te pase. Los sospechosos más comunes cuando tu máquina se vuelve loca

Aparte de las molestias, si un proceso acapara capacidad de cómputo durante mucho tiempo terminará por desgastar innecesariamente en la electrónica

Como saben, la mitad de la vida moderna pasa por el rabillo de nuestros ojos . La notificación abajo a la izquierda en la compu. El celular que, incluso silenciado y boca abajo, se enciende sobre el mantel de la mesa en la que estamos comiendo con alguien, y el ojo lo percibe y durante unas centésimas de segundo nos ausentamos. La pantalla secundaria, donde ponemos lo que se supone que no es urgente y que no obstante nos importuna a cada rato. Millones de distracciones por día, en total; pero no son algo nuevo. Lo advertí en esta misma columna columna, doce años atrás .

En fin, mal o bien, te vas a acostumbrando y se vuelve una segunda naturaleza. No viene mal, por ejemplo, para mantenerse al tanto de lo que le ocurre al equipo. Quiero decir: un proceso puede fallar y ponerse a consumir el 100% del poder de cómputo de la máquina, y si no estás prestando mucha atención, ni te enterás. O te enterás de mal modo. El poder de cómputo es como la potencia del motor de tu auto, salvando los dos siglos que median entre una y otra tecnología (el motor de los coches cumple 200 años ahora, en 2023). Si con tu sedán familiar intentás acarrear un trasatlántico vas a notarlo, digamos, pesado. Bueno, con las computadoras pasa lo mismo. Todo lo que hace la máquina necesita cómputo, y si un proceso lo acapara todo, lo demás se va a sentir torpe y trabado. Pero hay otra cosa.

Incluso si tenés una muy buena máquina, cuando un proceso (un programa, un servicio, algo que se ejecuta en el equipo) se lleva, digamos, un 25% del cómputo , y lo hace todo el tiempo, todos los días, todo el año , esto causa desgaste. Es, para seguir con una analogía impropia, pero en este caso ajustada, como si tu coche estuviera acelerado todo el tiempo, todos los días, todo el año. No está bueno.

¿Y vos quién sos?

Algo así me pasó el otro día día. Con ese tercero ojo en el que hemos convertido la visión periférica, noté en la pantalla que tengo a la derecha algo que no debía estar ahí. Así que giré la cabeza. Me encontraba escribiendo y oyendo música; eso no ocupa mucho más del 10% del microprocesador (o CPU , en la jerga, por Central Processing Unit ). Estaba en más de 30 por ciento. Ahí caí en la cuenta del color de las teclas de función de mi nuevo teclado (un Corsair que tiene cosas muy interesantes, aunque con una ergonomía...

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