No matarás.

AutorAntonio Enrique Kinen
CargoLicenciado en Filosofía - Docente universitario

El imperativo “no matarás” ¿ a quién se dirige y quién lo formula?

Se dirige obviamente a seres capaces de acatar u obedecer, es decir, a seres humanos. En un contexto secular el mandato no es reconocido como proveniente de un dios; aunque ello no excluya que en sus primeras formulaciones esa exigencia haya sido entendida como un “mandato” proveniente de Dios

“No matarás”, si es mandato en sentido propio, procede de alguien y se dirige a alguien prohibiéndole “matar”; tiene la forma de un acto de habla. Pero no queda en claro si quien emite ese mandato se exime a ese mismo de esa prohibición. Una instancia (autoridad, Estado, Iglesia), que ejerce la potestad de mandar, poseería la autoridad para prohibirles a los subordinados algo que no se prohibe, de manera definitiva, a sí misma1; en algunas casos (guerra) autorizaría a algunos a matar y en otros (verdugos) mandaría matar.

Pero si referimos el “no matarás” a la “moral entonces el “no matarás” debe entenderse como un “no matar”2 que afecta universalmente, incluyendo a particulares y al Estado.

El “no matarás” es también un “imperativo moral”, a la manera de los imperativos de Kant donde quien manda es la razón, en tal caso quien impera no es una alteridad. Allí el imperativo tiene un carácter translaticio3. La utilización del “no matarás” como imperativo universal es una suerte de pervivencia de una expresión proveniente de un contexto religioso.

  1. -

    El “no matar” implica una restricción primera. El “no matar” es una prohibición de matar seres humanos. La supervivencia de las especies, con la existencia de animales que pueden ser simultaneamente predadores y predados, exige el matar para vivir. Se trata de comer y evitar ser devorados. A nivel de la conciencia parece haberse olvidado ese miedo originario a ser devorados y el terror frente a la inminencia de ser comidos. Algo de ello parece pervivir en capas arcaicas de ciertos mitos4. Desde temprano apareció la conciencia, en general , de que entre los seres vivos a matar para comerlos, no se encuentra el hombre, inhibiéndose la antropofagia.

    En la civilización actual el hombre común parece haber olvidado que es un predador y sin embargo la civilización es, entre otras cosas, una inmensa y aceitada máquina de criar y matar animales para el consumo. Al respecto no hay reparos morales. La necesidad de matar otros seres vivientes, para que podamos comerlos, no implica problema moral. Aunque sí plantea un verdadero problema moral el matar animales por deporte y el hacerlos sufrir innecesariamente. Pero, la actual civilización es también una máquina militar y penal sumamente eficiente que reiteradamente mata seres humanos. Al respecto empero hay no sólo graves reparos morales sino la conciencia que se está afectando un principio básico.

  2. -

    La universalidad del “no matar” (“no matarás”) difiere notablemente si se lo ubica en un nivel “convencional” o en uno “postconvencional”. Kohlberg5 planteó la tesis de que en la adquisión de la competencia judicativa práctica el individuo para adquirir madurez moral debe recorrer varias etapas en progresivos niveles 6. En el primer nivel (preconvencional) la perspectiva es presocial; en el segundo nivel (convencional) la perspectiva es social; conducta buena es aquella que favorece al grupo o a la comunidad más amplia de la cual se forma parte; en el tercer nivel (postconvencional), sobre todo en su última etapa, lo correcto es juzgar y obrar conforme a principios de valor universal (dignidad de la persona humana, derechos humanos, no discriminación, etc.). Si se asume el planteo en una dimensión no ya ontogenética sino filogenética cabe pensar teóricamente en una evolución moral socio-cultural; y diferenciar entonces entre la perspectiva ética de los ideales de “vida buena”, propios de la singularidad de distintas “eticidades”7 particulares, que se ubican en el nivel “convencional” del juicio moral, y la perspectiva moral de una interacción humana correcta, justa, no discriminatoria, que se ubica en el nivel universal “postconvencional”. Según ello, lo que puede ser “ético” en el nivel “convencional” puede ser inmoral en el nivel “postconvencional”8. Puede haber contraposición entre “eticidades” particulares que prohiben “matar” en el seno del propio grupo9 y una “moral” universal que prohibe “matar” independientemente de la pertenencia a cualquier grupo.

    Si bien el obrar conforme a principios se ubica en el nivel “postconvencional”, la “abstracción” de un obrar conforme a “principios” deja de ser tal si esos principios encarnan su universalidad en la singularidad concreta de diversas “eticidades”. El nivel superior no desplazaría al inferior sino que haría que este “madure” incorporando en sí la perpectiva universal; entonces en la “eticidad” operaría la “moralidad” . Si ello es así, entonces cuando en función del “grupo” se mata (en penas de muerte, guerras, represiones, “limpiezas étnicas”, etc.) aparecería la conciencia moral que señala que no se debe matar a nadie porque la vida es un bien que debe ser preservado y defendido.

    En el nivel convencional, bueno es todo aquello que favorece al grupo de pertenencia. La vida debe ser protegida y defendida. La defensa del grupo establece como valiosa, la protección y expansión del grupo; la...

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